miércoles, 18 de febrero de 2015

Voy…

Voy devorándote poquito a poco, suavemente. Tu boca es mi boca y la mía tú propiedad, y nuestros labios confundidos se dejan llevar, perdidos en el fuego de la pasión que nos consume.
Voy moldeándote despacito, pacientemente, como el artesano a la noble madera.
Voy ajustando, milímetro a milímetro, mi piel a tu piel absorbiendo la calidez de tu sangre cual parásito de tu cuerpo.
Voy dibujando con tenues pero certeros trazos cada curva y contra curva, cada vericueto, haciendo caso a cada señal de desvío para no caer por el barranco, como si fuera ascendiendo hacia el más alto y peligroso de tus cerros, aunque con la seguridad de saber que es el camino que me llevará a la gloria.
Voy sumergiéndome en las profundidades abismales de tu ser, lanzándome de cabeza, sin temor y sin pudor, aún sin saber dónde acabaré, confiando ciegamente en ti.

Voy copiando tus sinuosidades, escaneando tus movimientos, atravesando tus túneles y encandilándome con las luces brillantes del final; y si esa es mi muerte pues a tan dulce cerrar de ojos sin pestañear me entrego. 

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