martes, 10 de febrero de 2015

Ángeles y demonios

Ángeles y demonios habitan nuestro ser. En mayor o en menor número unos u otros según la trascendencia o importancia que le dé cada uno de nosotros. Pero, lo que no podemos negar es que siempre están allí, en potencia de ser invocados por las razones que han sido inventados y para las causas que se les han asignado casi desde la creación misma. Hay personas que por Motus propio logran sacar a relucir unos acallando a los otros, pero también existen aquellas que llegan —voluntariamente o no—, a realizar la acción contraria que es a la vez la más temeraria y la más temida: el sacar a la luz las maldades ocultas en desmedro de los buenos procederes.
Es casi una costumbre que raya lo natural el que estemos buscando y muchas veces encontremos a aquellas personas que logran sacar lo mejor de nosotros y que por ende hacen que dejemos ocultos nuestros bajos instintos, que dejemos de lado, aletargados aunque nunca inertes, a nuestros demonios interiores.
Es una lucha casi continua la que se libra entre ángeles y demonios aunque la mayoría de las veces ni nos enteremos por el hecho de que pueden llegar a suceder en un plano subconsciente. Seguramente les ha ocurrido a muchos de ustedes que han tenido alguna vez un proceder o una actitud a la que nunca terminaron de encontrarle explicación coherente sobre por qué lo hicieron o cuál fue la causa que motivara tal acción. Tal vez en esa pequeña batalla librada ese día los que ganaron fueron los otros y no los unos.
Están además aquellas personas a las que las seduce matizar la vida con cierto grado de maldad como medio de diversión y una manera de hacerla un tanto menos monótona, pero ese es otro tema y hace un poco a las excepciones que tienen las verdades universales.

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