lunes, 30 de noviembre de 2015

Guardabosque

Siempre serás mi niña, mi princesa, mi crédito.
Y seré por siempre tu cuidador.
Y montaré guardia mientras duermes.
Y te alertaré de los posibles peligros.
Y de los imposibles o supuestos también.
Y lucharé sin descanso contra lo que sea que osara siquiera pensar en hacerte daño o pretendiera molestarte.
Y los sospechosos, porque para mí lo son todos, podrán llegar a ti tan solo si pasan por sobre mi cadáver; salvo que tú concedieras el permiso, en cuyo caso con resquemor agacharé la cabeza y me retiraré. Aunque no iré muy lejos, con el suficiente recelo vigilaré desde un oculto rincón, con la presteza a punto y dispuesto a intervenir ante el menor desliz del susodicho en cuestión.

Las paralelas no se tocan

Es que el destino se ha empeñado en bifurcar nuestros derroteros sin ánimos de ofrecernos coincidencia alguna. Es que usted y yo somos como las manos de una autovía. Cuando usted viene yo voy o viceversa. Estamos tan cerca que casi podemos adivinarnos pero a la vez tan lejos que es imposible pensar en la pretensión de un roce. Nuestras únicas posibilidades de contacto radican en tratar de confluir en algún retome o rotonda, o en infringir leyes de tránsito.

viernes, 27 de noviembre de 2015

Actitud

Digo y me contradigo. Me contradigo e insisto en decir. Hago y deshago. Deshago y vuelvo a hacer. Construyo y derribo. Reconstruyo. Accionares desacertados que parecen ser una constante en muchos de nosotros. ¿Se trata de una inseguridad ante el entorno, o de lo contradictorio de la condición humana que dependiendo del momento emotivo en el que se vive se está de acuerdo o no con ciertas actitudes o acciones? ¿Será que, al fin y al cabo, tejemos y destejemos como Penélope esperando una utópica señal que nos haga saber que es aceptable lo que sigue para continuar?
Como quiera que sea la actitud no es buena, ya que desnuda dependencia o condicionamientos, y una absoluta falta de seguridad en que podemos hacer bien las cosas. Debemos tener más convicción al actuar, al hacer, al decir, pues si algo podemos dar por seguro, es que no vendrá Ulises alguno a rescatarnos, eso depende exclusivamente de nosotros mismos y de la actitud que tengamos ante la vida.

Siempre una carta en la manga

Todo en mí parece ser producto de la diversidad, característica que, tal vez en lo subrepticio, he cultivado, aunque no lo sé con exactitud por lo cual no me declaro inocente ni culpable. Leo diverso y por lo tanto ningún escritor me convence en absoluto. Escribo diverso y por ende, según lo que se dice, estoy condenado al fracaso. Debería dedicarme a una especialidad, como los médicos, y profundizar en ella, tratar de ser el mejor en la opción; pero no lo haré porque amo la diversidad y moriré extraviado en alguno de sus múltiples túneles quizás sin poder vislumbrar las luces del final, aunque con el convencimiento de que es bueno tener siempre una carta guardada para sorprender al lector.

martes, 24 de noviembre de 2015

El límite de lo imaginable

Cada uno de nosotros, en su cualidad de ser pensante, suele temerle a algo, ya sea esto tangible o un ente abstracto. En general nos pasa con aquello que desconocemos o no tenemos absoluta certeza acerca de sus propósitos. A mí me ocurre que le temo al límite de lo imaginable, o más precisamente a la carencia de ese límite, aunque como ser humano sumido en la eterna contradicción, estimulo, alimento y potencio cada día ese divagar. Dicen que no es malo tener una imaginación prolífica, pero cuando uno no sabe hasta dónde puede llegar con lo que imagina entonces teme con qué encontrarse y hasta teme toparse con los inventos, con las mutaciones, con las metamorfosis, con las aberraciones que su propia imaginación elaboró. Y, ¿qué pasaría si un día de estos uno de esos productos de la imaginación se hace carne en uno mismo?

Reflejo del recuerdo

Parece no existir un escritor al que no lo haya seducido un espejo alguna vez, contándole historias, desnudándole el alma, disparándole la imaginación, o mostrándole una vida paralela o la tergiversación de la propia. A mí tan sólo me devuelve la parquedad de un rostro y lo inescrutable de una mirada, salvo las contadas excepciones en las que te reflejas en él y espantas de un sopapo la seriedad, y pintas brillo en mis pupilas, y dibujas la suavidad de un cuenco en mis labios; y mientras estés allí y seas la fiel imagen de como te recuerdo, no cerraré los ojos ni volveré la vista atrás, porque sé que al girar la frialdad de una desnuda y blanca pared me anunciará una vez más que ya no estás.

jueves, 19 de noviembre de 2015

La nena va

Con la mirada limpia, la vista al frente, sin contemplar riesgos, la nena va. 
Con la inocencia a cuestas, el corazón exultante y la mente despejada, la nena va.
Con la sonrisa pintada, el cuerpo suelto y el pelo al viento, la nena va.
Libre, displicente, confiada, sembrando sueños, aún exenta del contagio de los sucesos de la vida, la nena va.
En sus juegos solitarios suele decirle a su amiga imaginaria lo que querría ser cuando sea grande, y rumbo a ser lo que al final no querrá ser, la nena va.

La importancia de lo incierto

Ocurrió una vez que un hombre le pidió como deseo a un hechicero, ante el ofrecimiento de éste por haberle salvado la vida en circunstancias que no viene al caso mencionar, que le concediera el poder de visualizar con anticipación qué es lo que se podría encontrar como resultado de haber tomado él tal o cual decisión, cualquiera que esta fuera. Durante un lapso aceptable el hombre estuvo maravillado por el don que el chamán le había conferido, ya que nada de lo que ocurría lo tomaba por sorpresa: no tenía apuros económicos, ni carencias alimentarias, ni contratiempos sociales o familiares, ya que todo posible problema era resuelto con la antelación necesaria por el solo hecho de saber que había de suceder. Pero, con el paso del tiempo, empezó a caer en la cuenta de que en su vida nada de lo que ocurría era trascendente, que se habían perdido los matices, que faltaban condimentos, que ese gustito de no saber lo que vendría no existía; en definitiva había desaparecido la ilusión por lo incierto. Poco después murió de aburrimiento y a sabiendas de que sería de ese modo.

martes, 17 de noviembre de 2015

La conquista

Como enhiestos penes de soberbios e insensibles machos invadieron fértiles y vedadas tierras doblegando endebles resistencias sin dar siquiera un mínimo de tiempo para que entrecerraran las puertas en el vano intento de defender lo propio. Y no se detuvieron hasta saciar su hambre, rompieron todo a su paso, se adueñaron de lo ajeno, anularon ilusiones, destruyeron espíritus, e impusieron creencias; y se instalaron allí y los hicieron suyos…

Manía persecutoria

Suelo ser un paranoico persecutor de utopías, de sueños inalcanzables, de ideales confundidos con las brumas de los confines del universo. Así, voy tras el culo de bellas mujeres a las que no se lo podría tocar ni siendo el hombre invisible, o pretendo algún día no muy lejano vivir del resultado de mi pluma, o deseo que alguna editorial de elite se termine por interesar en mí. Mis metas son quiméricas y mis objetivos frágiles. Pero, mientras la ilusión camine a mi lado, iré a por ellos, pues eso es lo que me mantiene andando.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Malicia

Escribo sobre su piel desnuda con trazos sutiles, y por mandato inalienable del desparpajo de mi mente, las más depravadas intenciones…

La frecuencia de lo agradable

Cuando uno encuentra o hace algo que es placentero, anhela que eso perdure, que se mantenga latente y, sobre todo, que se repita con frecuencia. Pues es un error pensar y bregar para que este último deseo se materialice porque el tratar de entrelazar el placer con la ansiedad nunca ofrece buenos resultados. Mientras menor sea el lapso que tengamos que aguardar para volver a disfrutar de ese placer, en igual medida se reducirá el sabor del mismo. La contrapartida es valedera.  
Después de estar contigo me he dado cuenta que ha valido la pena esperar. Que tantas ganas que he juntado en mis ansias por verte, me han hecho cuidar cada detalle, lo que me ha llevado a disfrutar al máximo de tus besos, de tus abrazos y de cada trozo de tu piel.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Continúe así...

Debo reconocer que no me cuesta demasiado lograr que usted tire la casa por la ventana, que patee el tablero sin importar lo avanzado del juego, o que termine por desparramar su ropa por el piso; y si el conseguir que haga usted eso redunda en satisfacción para su cuerpo y su espíritu, y en invaluable alimento para las ansias de mi alma, no veo por qué deberíamos dejar de hacerlo…

Detrás del telón

Que se nos endurece el corazón a medida que transcurren los reveses. Que nos tornamos insensibles tras soportar cierta cantidad de desgracias. Que las esperanzas se nos diluyen luego de tantas derrotas. Que la incredulidad por la muerte cercana sólo nos embarga la primera vez. No. De ninguna manera. El que nace con sentimientos a flor de piel, puede que muchas veces no demuestre su sentir, o que los disimule debajo de una máscara de piedra, pero eso nunca hará que dejen de afectarlo. Esas sensaciones se mantendrán vivas, latentes y productivas mientras exista suficiente energía espiritual; y se sufrirá horrores por la injusticia, y la desazón calará profundo en el alma, y se llorará, siempre en silencio y sin testigos, por inmensas penas de amor. Podremos taparnos la cara con las manos como aquél niño que no quiere observar el horror que pasa ante sus ojos, pero los dedos siempre nos traicionarán, entreabriéndose.

viernes, 6 de noviembre de 2015

La atracción del allá

Si los deseos y las intenciones fueran vehículos y se pudiera trascender a través de ellos, no tenga usted ninguna duda de que iríamos a su encuentro y permaneceríamos a su lado por un eterno instante.

Rótulo

Usted podrá tacharme de insensato o respetuoso, de soberbio o humilde, de fresco o sutil, de serio o jactancioso, y hasta de osado o tímido; pero nunca podrá asignarme el rótulo de intrascendente. Porque eso sería algo así como considerar que soy un muerto en vida; que anda de acá para allá sin ton ni son, sin que alguien se dé cuenta de su presencia, que perciba su actuar u observe su transitar; como quien pasa sin dejar una mísera huella por donde camina; y yo… yo más bien trato de ser todo lo contrario.

Depositarios

¿Y si la mente es un lugar de tránsito de ideas preconcebidas que tan solo sufren la contaminación del ego? Si así fuera, tal vez la única virtud que nos podamos asignar sea la de haber hecho los méritos necesarios para que se nos confiara el salvaguardo momentáneo y el flujo de tales ideas a través de nuestra mente. Dicen los que creen saber que todo ya ha sido dicho, que lo único que varía es la forma de expresarlo; ateniéndonos a esta afirmación y tomándola como cierta, mi interrogante no parece ser tan descabellado.

martes, 3 de noviembre de 2015

Sutileza

Guíñame un ojo, mírame y hazme un movimiento de cejas. O, si el hacer alguna de estas cosas o el caminar hacia mí te genera cierto resquemor o crees que no son actitudes que debe asumir una dama, simplemente sonríe o muérdete los labios al observarme de reojo, entonces sabré que estás conmigo.

La cercanía de tu ausencia

No solo que te percibo…  a veces siento tu calor a mi lado… y te quito la poquita ropa que llevas… y acaricio la suavidad de tu piel… y hasta logro recorrer tu cuerpo con mis labios… y tus temblores y gemidos me guían…y te susurro al oído y no me contestas… y pretendo entender que disfrutas del momento y tan solo te dejas llevar… y… y… y no quiero hacerlo pero debo abrir los ojos, y cuando lo haga sé que la cruda realidad me embargará, y sin miramientos me hará saber que ya no estás…

Desfachatada

Adoro esa desfachatez que tienes de irrumpir donde se te canta y de llevarte todo por delante como si fueras la dueña del circo cuando ni siquiera sabes como te queda la nariz roja del payaso. Me maravilla tu andar desinhibido de chica sabelotodo aunque la vida aún no te ha mostrado un mísero rasguño de sus extensas garras. Me gustaría advertirte, decirte que tienes que ser más precavida, que debes controlar tus impulsos; pero sé que eres de esas personas que tiene que darse una y otra vez contra la pared hasta el cansancio para darse cuenta de que en la vida hay que andar con cuidado para que no te devore. Ya escarmentarás y yo extrañaré tu desfachatez.