lunes, 28 de marzo de 2016

Duele el alma

Por supuesto que duele, miente quien asevera lo contrario. Todo corte de cordón duele, todo destete duele, todo desmadre duele, toda separación duele, toda partida sin retorno duele, todo rompimiento de un todo en partes duele. Puede variar el tiempo y la intensidad del dolor de acuerdo a su origen: por una lastimadura del orgullo el malestar será superficial y pasajero, si la rotura es del corazón va a doler bastante más y se extenderá en el tiempo aunque acabará con un remiendo; ahora cuando el puñal está clavado en el alma… ¡Cómo duele el alma!… Esa herida sí que duele de verdad, y sin duda alguna es el dolor más difícil de superar y en muchos casos no alcanza el tiempo.

Cuestiones


¿Cuándo algo opcional se transforma en obligatorio? ¿En qué momento lo pasional deja de ser tal y se hace costumbre irrelevante? ¿Cómo se produce el cambio de signo de los sentimientos? ¿Se puede manejar ese cambio de alguna forma consciente? ¿Dejamos de amar en un instante preciso o justo ahí fue que nos dimos cuenta que nunca habíamos amado? ¿Será que el amor murió en un accidente doméstico o simplemente era el seudónimo de una confraternidad?

La intensidad es vida

Así como la pasividad de la rutina es todo previsibilidad, lo activo de la inquietud está lleno de interrogantes.
Si el acostumbramiento peca por certero, lo incierto conserva la virtud de lo misterioso.
La libertad es salir a sorprendernos con lo diferente, con lo inusual, con lo que no sabemos; es una facultad intrínseca del hombre que nunca debió haber perdido. En el corral de todos los días ya no existe algo que nos sorprenda; todo nos aburre, nos adormece, nos abruma, nos sumerge en la desidia y termina por oxidarnos los engranajes de la mente.
Vivir es estar abiertos a preguntarnos, a inquietarnos, a salir a volar y despacharnos de las verdades o darnos contra la pared.
Vivir es cuestionarnos acerca de quiénes somos en realidad sin investiduras, sin caretas, sin modelos, sin engaños, sin comparaciones; es darnos vuelta para ver que tenemos dentro.
La vida —como bien dijo Artaud— consiste en arder en preguntas.

martes, 22 de marzo de 2016

Punto de inflexión

Díganme si alguna vez no se han sentido como esa tortuga que cruza la ruta, que cuando va a mitad de camino se da cuenta del peligro que corre y la invade la imperiosa necesidad de regresar, de dar marcha atrás. Y lo intenta y cuando comienza a volverse pasa un camión que le saca chispas al caparazón y la hace desistir del intento. Y entonces entra en pánico y da un paso para avanzar en el sentido que antes llevaba y en eso pasa otro enorme vehículo en dirección contraria al anterior que la hace encoger y girar sobre su panza y cuando vuelve a salir ya no sabe discernir con claridad hacia dónde era que iba.
Ese indeseable punto medio por el que pasan la mayoría de las decisiones importantes y que crea la dicotomía entre seguir adelante y hacer frente a lo que venga, o volver atrás a seguir alternando con la intrascendencia.
Ese incómodo punto medio que nos hace saber que ya nos hemos jugado gran parte del orgullo o la mayoría de la voluntad, pero que nos muestra que todavía no hemos logrado nada, que debemos involucrarnos aún más para alcanzar lo propuesto o, en definitiva, desestimar el tiempo y el empeño invertidos para volver a fojas cero y continuar de capa caída.

sábado, 19 de marzo de 2016

Insomnio

El tictac del reloj cuenta mis latidos y los acelera con la intención de que pase más rápido el tiempo. Mis ojos como platos, fijos en los tirantes del techo, los perforan y se sumergen en ideas que dan vueltas sin cesar, sin posible concreción alguna. El cerrado silencio abruma y el continuo pensar sin límites molesta; la almohada transmite dureza y hasta las sábanas parecen pinchar. El traicionero desvelo ya ansía la llegada del amanecer para liberarse de mí y así poder dormir su sueño de mis horas despiertas.

No va más

Cuando las mariposas se espantan y las brasas agonizan el amor se daña, pero aún va.
Cuando expiran las emociones y recrudecen sinsabores el amor se daña, pero aún va.
Cuando se marchitan los malvones y florecen resquemores el amor se daña, pero aún va.
Cuando se espacian las alegrías y se acentúan malestares el amor se daña, pero aún va.
Cuando la fluidez se congestiona y la verborrea lastima el amor se daña, pero aún va.
Cuando retroceden perdones y retornan viejas culpas el amor se daña, pero aún va.
Pues, cuando se apagan las ilusiones y mueren las pasiones, ese día el amor se acaba, no va más. No va más.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Caras y caretas

Valientes apostadores que se la juegan por vos en los buenos momentos nunca van a faltar. Detractores tampoco, por más que intenten disfrazarse, porque nacen con la creación misma y ellos entienden que todo lo que sobresale termina por herir. Patrocinadores incondicionales, de esos que están contigo en las cumbres y en los abismos, en lo sobresaliente y en lo bochornoso, en lo trascendente y en lo superfluo, en lo pasional y en lo álgido; escasean. Lo notable de las oscilaciones es que según la ocasión uno siempre acaba por verles la verdadera cara o el horrible traste, porque créanme que muchas veces lo terminan mostrando.

Progresión onírica

Estuve en aquel cuerpo que caía sin control alguno, que siempre caía, y nunca terminaba de caer.
He sido el escalador que subía por la escarpada pared hasta que perdía pie y se desplomaba de espaldas hacia el precipicio, y que acababa por despertarse sobresaltado un instante antes de estrellarse contra el suelo.
También fui aquel tipo de vestir impecable que al ingresar a un lugar sumamente concurrido se daba cuenta que se había olvidado de calzarse.
Ahora suelo ser un contradictorio exhibicionista que camina desnudo a medianoche por las calles de la ciudad a la vez que se oculta de la gente y se tapa los genitales.

martes, 15 de marzo de 2016

Incredulidad

La ceguedad de la desidia no tiene límites, no existe voluntad ni razón innovadora alguna que la haga desistir del ensimismamiento, que la saque del encierro del conservadurismo, o que logre hacerla cambiar el rumbo preestablecido por la condescendencia. Parece mentira que, debido a las leyes de la herencia, a veces ni siquiera la muerte con su actuar ineludible pueda poner barreras que hagan que semejante defecto no trascienda más allá de ella.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Mudar la piel

Deja ya de llorar. Levántate y anda. La vida se detuvo un momento y espera por ti. No desaproveches la oportunidad. Deja ya de quejarte por aquellos sueños rotos y ve al encuentro de ilusiones jóvenes o metas renovadas. Reconstruye tu imagen, abre tu mente, pinta una sonrisa, y muéstrale al mundo de lo que eres capaz. Deja atrás el lamento por lo que no pudo ser y comienza a disfrutar de la otra parte de tu vida con esa incontenible fuerza del resurgir.

Disidencia

La tendencia pretende querer arrastrarme a menudo, pero como suelo ser bastante terco y por ende fiel a mis convicciones, le unto al cuerpo vaselina y le irrigo frescura a la mente para que me resbalen los golpes adormecedores de la obsecuencia, o no se ciñan a mí los nudos de las cuerdas anuladoras de opiniones alternativas o ideas renovadoras.
Tiene sus complicaciones el ir contra la corriente por ende no son muchos los que se atreven, pero sin duda alguna la satisfacción que sentirán esos disidentes al obtener el rédito buscado será superlativa; tal como es valorado en su justa medida todo aquello que cuesta obtenerse.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Fuera del sistema

Te descartaron del trabajo porque el cuerpo ya no te responde.
No te puedes acoger a las migajas jubilatorias porque la edad no te alcanza y ciertos aportes se perdieron en el camino.
Te das cuenta que el esfuerzo que hiciste toda la vida tan sólo se tradujo en deterioro y que ya nada puedes hacer sin que algo te duela.
Quisieras viajar ahora que te sobra el tiempo pero no tienes los medios.
Piensas que habría estado bueno poder disfrutar más tiempo con la vieja, pero ella cierto día se cansó de todo y se fue a seguir esperándote en el otro lado.
Te embargan unos incontenibles deseos de llorar aunque tus ojos, resecos y marchitos, ya no producen lágrimas que puedas derramar.
Entonces te entregas y dejas que la desidia de los demás decida y que la inercia del paso del tiempo haga lo que quiera con vos.

La ineptitud del tiempo

Descubrirá misterios
Revelará secretos
Ventilará encierros
Iluminará oscuridades
Difuminará sombras
Nivelará tonalidades
Ladeará velos
Calmará dolores
Atenuará iras
Rebelará pasividades
Desnudará intenciones
Confirmará presagios
Certificará soberbias
Desengañará creyentes
Aflorará verdades
Desatará lenguas
Pero jamás logrará que te olvide