Anoche me vino a
buscar, me miró socarronamente desde la profundidad de sus ojos negros sin
rostro. A pesar de mi debilidad le dije que no era el momento, que aún tenía
pendientes y que era mi intención saldarlos. Me observó incrédula desde su altanería,
pero como le sostuve la mirada convencido de lo mío, bajó la suya, momentáneamente
resignada, y se retiró.
No hay comentarios:
Publicar un comentario