Consecuencia imprevista
No tengo la plenitud de la certeza aunque
sé que hay supuestos que no necesitan confirmación. Me consta que un todo se
acaba de hacer añicos, que se ha dividido en miles de partes imposibles de
volverse a juntar, que lo que era un absoluto ya no lo es ni lo será jamás. La
impotencia todo lo invade: por querer hacer algo para poder solucionar lo que
no se puede arreglar, por tratar de poner reversa a lo que no tiene retorno
como el tiempo mismo. Y emerge condescendiente la culpa porque no se ha
barajado lo posibilidad de que esto pudiera suceder. Si solo bastara con el
pedido de perdón para volver a empezar… pero el perdón, si se logra, nunca será
absoluto pues el virus de la desconfianza una vez corporizado jamás se podrá
erradicar y ante la mínima sospecha, armado de lógica intolerancia, volverá a
atacar y esta vez elevado a la máxima potencia. Cuando la confianza se hace
pedazos ya nada volverá a ser igual, cientos de vanos esfuerzos perecerán en el
intento de recuperarla, más no lograrán que todo vuelva a ser tal como era.
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