martes, 16 de abril de 2019

Ansiedad


No. Por más que lo intentó no pudo esperar a estar sumida en la acogedora intimidad de su habitación para comenzar a leerlo. Tantos comentarios había escuchado acerca del proceder prohibido de la pareja protagonista de ese libro que una vez que lo tuvo en sus manos la ansiedad pudo más que los consabidos reparos que debía tener en base a guardar las apariencias. El tronco de un viejo fresno ubicado en un apenas discreto lugar de la plaza le hizo masajes en la espalda, las intermitentes sombras de sus ramas fueron contorneando la suavidad de sus curvas, la fresca brisa del otoño erizó los pelillos de su piel de durazno, mientras las hojas secas bailaban a su alrededor e intentaban hacerle cosquillas en las piernas. Ella nunca se enteró, pues ya estaba inmersa en la atrayente historia y al tiempo que entrecerraba los ojos, se aprestaba a sentir sobre su cuerpo desnudo las intensas caricias y los cálidos besos de aquel misterioso amante.

viernes, 5 de abril de 2019

Contradicciones


La vida es un cúmulo de mandatos, una sumatoria de imposiciones camufladas tras atractivas máscaras de sugerencias que, paradójicamente, ya no sorprenden. Todo ha sido dicho y todo hecho, por ende las formas para llegar a un fin conocido terminan por ser irrelevantes. La libertad mal entendida no consiste en otra cosa que en romper las reglas. Hoy no se sabe con exactitud qué es lo que se siente al estar bajo el influjo de la verdadera libertad, esa que, paradójicamente, sin influenciarte de alguna manera logra llevarte a hacer lo que íntimamente deseas.

Levedad


Y sí, tantas veces lo había soñado que al fin se lo terminó por creer. Creyó que ya había vivido todo lo que había que vivir. Creyó que había dado cumplimiento a las misiones que se le habían encomendado en el breve tránsito por el derrotero vital. Y así, convencida de que ya no quedaban pendientes por cumplir, tan sólo cerró los ojos y se echó a volar. Y por ahí anda: a veces, inquieta, visita ciertos confines ocultos que nadie ha osado conocer, y otras veces, sonriente, suele regresar a lugares conocidos en los que supo pasar buenos momentos. Ella vuela, y ya no dejará de volar, aunque se haya olvidado de llevar su cuerpo que reposa a ratos en una mecedora en el living, y a ratos en la cama matrimonial donde ya hace un tiempo se ha desocupado la otra mitad. Y, ¿quién sabe?, tal vez en alguno de sus vuelos se vuelvan a encontrar, y echen a volar juntos una vez más.