martes, 17 de febrero de 2015

Objetivo trascender

Todo ser humano debería estar siempre buscando un fin. Caminando, trotando o corriendo detrás de un objetivo. O intentando alcanzar un propósito por más evasivo que este le parezca o le resulte. Siempre. Se puede discutir sobre cuál es esa finalidad, ya que esta puede ser material, espiritual o tal vez onírica —referente a los sueños—, pero jamás tendríamos que confrontar o poner en duda que ese propósito no está. No creo que haya una persona que nazca, transcurra por la vida y fallezca sin haber tenido un propósito. Todos tenemos una razón de ser. De hecho no concibo la idea de que exista alguien sobre la faz de la tierra que no tenga un sueño por cumplir o un objetivo por alcanzar, por más humilde que sea esa persona. Además de ese propósito que hace que viajemos por la vida —en un proceder malo, bueno o regular, ese ya es otro tema y depende de cada uno—, todos deberíamos buscar la trascendencia post mortem de una manera u otra. Intentar dejar nuestra huella en este mundo, por más pequeña que esta sea, que permita aseverar, el día en que ya no formemos parte de él, cosas tales como: a esto lo hizo mengano, o aquello es así como decía fulano de tal, o el finado equis lo hubiera hecho de tal manera, por ejemplo, entre tantas otras alusiones que se pueden hacer sobre personas que ya no están físicamente, pero que dejaron bien marcado su paso por entre nosotros.  Ya sé, muchos de ustedes podrán preguntarse: ¿de qué sirve trascender, dejar huella, si total cuando ya no estemos no nos vamos a enterar de lo que la gente diga sobre ello? ¿Realmente saben si no nos vamos a enterar? ¿Qué pasaría si esa trascendencia hace que, tal vez y solo tal vez, podamos enterarnos desde otro plano lo que piensa o dice sobre nosotros la demás gente que aún conserva el don de la vida?

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