Guíñame un ojo, mírame y hazme un movimiento de cejas. O, si el hacer
alguna de estas cosas o el caminar hacia mí te genera cierto resquemor o crees
que no son actitudes que debe asumir una dama, simplemente sonríe o muérdete los labios al observarme
de reojo, entonces sabré que estás conmigo.
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