miércoles, 11 de noviembre de 2015

La frecuencia de lo agradable

Cuando uno encuentra o hace algo que es placentero, anhela que eso perdure, que se mantenga latente y, sobre todo, que se repita con frecuencia. Pues es un error pensar y bregar para que este último deseo se materialice porque el tratar de entrelazar el placer con la ansiedad nunca ofrece buenos resultados. Mientras menor sea el lapso que tengamos que aguardar para volver a disfrutar de ese placer, en igual medida se reducirá el sabor del mismo. La contrapartida es valedera.  
Después de estar contigo me he dado cuenta que ha valido la pena esperar. Que tantas ganas que he juntado en mis ansias por verte, me han hecho cuidar cada detalle, lo que me ha llevado a disfrutar al máximo de tus besos, de tus abrazos y de cada trozo de tu piel.

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