Usted
podrá tacharme de insensato o respetuoso, de soberbio o humilde, de fresco o
sutil, de serio o jactancioso, y hasta de osado o tímido; pero nunca podrá
asignarme el rótulo de intrascendente. Porque eso sería algo así como
considerar que soy un muerto en vida; que anda de acá para allá sin ton ni son,
sin que alguien se dé cuenta de su presencia, que perciba su actuar u observe su transitar; como quien pasa sin dejar una mísera huella por donde camina; y
yo… yo más bien trato de ser todo lo contrario.
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