lunes, 9 de noviembre de 2015

Detrás del telón

Que se nos endurece el corazón a medida que transcurren los reveses. Que nos tornamos insensibles tras soportar cierta cantidad de desgracias. Que las esperanzas se nos diluyen luego de tantas derrotas. Que la incredulidad por la muerte cercana sólo nos embarga la primera vez. No. De ninguna manera. El que nace con sentimientos a flor de piel, puede que muchas veces no demuestre su sentir, o que los disimule debajo de una máscara de piedra, pero eso nunca hará que dejen de afectarlo. Esas sensaciones se mantendrán vivas, latentes y productivas mientras exista suficiente energía espiritual; y se sufrirá horrores por la injusticia, y la desazón calará profundo en el alma, y se llorará, siempre en silencio y sin testigos, por inmensas penas de amor. Podremos taparnos la cara con las manos como aquél niño que no quiere observar el horror que pasa ante sus ojos, pero los dedos siempre nos traicionarán, entreabriéndose.

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