Con
la mirada limpia, la vista al frente, sin contemplar riesgos, la nena va.
Con
la inocencia a cuestas, el corazón exultante y la mente despejada, la nena va.
Con
la sonrisa pintada, el cuerpo suelto y el pelo al viento, la nena va.
Libre,
displicente, confiada, sembrando sueños, aún exenta del contagio de los sucesos
de la vida, la nena va.
En
sus juegos solitarios suele decirle a su amiga imaginaria lo que querría ser
cuando sea grande, y rumbo a ser lo que al final no querrá ser, la nena va.
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