Como enhiestos penes de soberbios e insensibles machos invadieron fértiles y vedadas tierras doblegando endebles resistencias sin dar siquiera
un mínimo de tiempo para que entrecerraran las puertas en el vano intento de
defender lo propio. Y no se detuvieron hasta saciar su hambre, rompieron todo a
su paso, se adueñaron de lo ajeno, anularon ilusiones, destruyeron espíritus, e
impusieron creencias; y se instalaron allí y los hicieron suyos…
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