El día que ya no pueda brindar más
placer a mis sentidos. El día que ya no encuentre incentivo en nada de lo que
pueda hacer. El día que haya dejado olvidadas en cualquier lugar las ganas de
andar y ni siquiera intente volver a buscarlas. El día que ya no logre
obsequiar regocijo alguno a mi alma. Ese día… ese día tomaré las medidas
necesarias para descargar mis culpas sin asignárselas a alguien más, y me
rendiré. Mientras tanto… mientras tanto hay mucho camino abierto por delante,
ilusiones nuevas por intentar alcanzar y las ganas necesarias para seguir
andando.
Este es mi borrador virtual. Todos los textos son de mi exclusiva autoría. No siguen ninguna línea específica ni hilo conductor, ni siquiera una cronología. Publico compulsivamente cuando tengo ganas, y cuando no las tengo me pregunto por qué pierdo el tiempo en hacerlo. Soy así. Las imágenes fueron tomadas de Internet.
domingo, 13 de diciembre de 2020
En camino
Ausencia
Hoy tengo ganas de decirles a todos que se vayan a… a donde quieran, pero que se vayan. Hoy tengo ganas de hacer caso omiso a todo aquello que no tenga que ver contigo. Hoy tan solo tengo ganas de que estés aquí, a mi lado, transmitiéndome tu calor. Hoy me tomaré un par de pares de copas para lograr que te sientes junto a mí, y como antes, confabulemos sobre estados ideales, y después de horas de evasión, entre sonrisas y abrazados, sosteniéndonos, nos vayamos a dormir sin tener que pensar que habrá tantos mañanas contaminados con la infinita tristeza de tu ausencia.
martes, 8 de septiembre de 2020
Ansias de refugio
¿Y quién no ha tenido alguna vez esos locos deseos de
volver a acurrucarse en el regazo materno, ahí en la mismísima guarida de los
mimos y las caricias?
Sin duda es un afortunado quien cuenta con esa persona
que le da la calma con su sola presencia, que al estar a su lado siente
que ese es precisamente su lugar en el mundo. Ese rinconcito acogedor donde
puede uno abandonar su estado de alerta con la mayor tranquilidad porque sabe
que está seguro. Ese espacio que, sin ser el modelo de confort ideal, es dueño
de ese inigualable espíritu de nido, que brinda la tibieza de la eterna
primavera. Pero que, a la vez, ostenta la potestad de lograr que invadan
tu ser las agradables brisas de la libertad, permitiendo que salgas a volar
cuando quieras porque sabe que volverás, pues tiene impregnado en su esencia el
gustito de la cosa propia, de la que se extraña cuando no está. Y por ende, te
genera una atracción tan fuerte que no quieres alejarte más allá del límite del
posible retorno, esa delgada línea que separa el recuerdo del potencial olvido.
¿Existirá alguien cuyo anhelo no sea volar libremente
con ansias de un refugio así?
martes, 1 de septiembre de 2020
Decadencia
Nada, absolutamente nada de lo que hoy vemos en los demás es lo
que parece. Algunos más, otro menos, pero todos ocultan algo, nadie se muestra auténtico.
La integridad ha sido drásticamente rebajada redundando en pérdida de consistencia.
La transparencia se ha sentado detrás de cristales empañados y no se deja ver,
es más, tira a propósito su aliento fétido contra ellos para disimularse mejor.
La coherencia entre dicho y hecho poco se corresponde, es posible que ya estén
separados y sea algo inevitable el divorcio. Se ha vuelto raro, extraordinario,
encontrar a alguien con una pizca de sentido común. La humildad solo se utiliza
para disfrazar arrogancias y dobles intenciones. La soberbia transmuta en
falsas modestias que se ríen de sí mismas. Un pedido de disculpas no es más que
una serie de palabras vacías que tan sólo encierran la patética finalidad
implícita de conseguir el perdón para volver a reincidir. Otrora se las llevaba
el viento, ahora ni siquiera hace falta una leve brisa para llevarse las
palabras, se desvanecen en la liviandad del sonido de su pronunciación.
Si nos basáramos en la escasez de reconocimiento de los errores cometidos podríamos
aseverar que ya nadie se equivoca en este supuesto camino con destino de
perfección, sin embargo, es un hecho que está cada vez más plagado de yerros y
desviaciones.
viernes, 17 de julio de 2020
Paisaje
Y sus ojos color tormenta me
sumergieron en lo más profundo y bravío del mar lejano que aún no conozco.
Y sus largos cabellos librados al
viento del otoño me recordaron el oleaje de aquellos trigales maduros mecidos
por la brisa.
Y el sabor de sus labios tuvo la virtud
de retroceder el tiempo al atraer la dulzura inédita de aquel fantástico primer
beso.
Y las suaves curvas de su cuerpo desnudo
me transportaron a las ondulantes e impredecibles dunas del gran desierto.
Y justo ahí, en el centro mismo
del paisaje conformado por las preciosas dunas, hay un bellísimo oasis donde pretendo saciar mi apetito y mi sed.
martes, 7 de julio de 2020
Mujer de ensueño
Quiero
que me mires a los ojos,
mientras
cae lentamente tu ropa,
como
cae el rocío, gota a gota,
sin
soberbia alguna, sin sonrojos.
Deseo
escribir unos cuantos versos,
ahí
en lo más alto de tus caderas,
aunque
en el intento me fuera,
a
ganar un par de contracturas,
por
contenerme ante tu hermosura,
y no ir por algo más.
Grabaría
con letras de fuego,
mi
orgullo por haberte visitado,
aunque
jamás te hubiese tocado,
más
que en mis tórridos sueños,
y
esto no sea más que un empeño
por
hacerlos realidad.
La estación de los sentidos
están amarrados cientos de sueños,
esperando que vuelvan sus dueños,
a rescatarlos uno a uno de la desidia,
en la que los sumió la desilusión.
En el gran puerto de la nostalgia,
siguen anclando las añoranzas,
que los amantes dejan en danza,
cuando los acomete la neuralgia
por buscar otro destino.
En el depósito de los lamentos,
se amontonan miles de quejas.
Actitud deplorable que nadie deja,
ni se guarda para mejor momento,
aunque no tenga motivo ni razón.
Y en la enorme estación de los sentidos,
aparcan una infinidad de almas sensibles.
Cada una aguarda a su par compasible,
que desee transitar el mismo camino,
en la irremediable búsqueda del olvido,
y al encuentro de un mejor después.
domingo, 28 de junio de 2020
Salvaguardo
Cuando todos los días tornaran a ser grises,
y sintiera que a mi vida le faltaran matices,
me aseguraré de estar muy cerca de usted,
¿quién no busca un oasis cuando muere de sed?
Cuando se sucedan los momentos sin calma,
y sienta el lacerar de mis heridas del alma,
optaré por recurrir a mi alma máter adrede,
¿acaso no se halla consuelo en lo que se cree?
Cuando ya no sepa más cómo mis penas tolerar,
y mis fantasmas resulten imposibles de ahuyentar,
invocaré a todo su séquito de buenos presagios,
¿no es para tal razón que elabora sus sortilegios?
Ahora, si piensa que todo esto es una excusa,
y no quiere cometer pecado de sentirse ilusa,
pregunto: aunque peque de profusa mi visión,
¿qué iluso le mentiría a su propia ilusión?
Deseos inconclusos
Saber que tiene usted ciertos laberintos
es un gran incentivo para mi instinto.
Y no es una cuestión que me asuste,
cuanto más intrincados me resulten,
más hurgaré entre esos vericuetos,
con el fin de desentrañar sus secretos.
Es que quiero llegar a lo más íntimo,
hasta el sitio impreciso de su esencia,
con el deseo de confirmar mi creencia,
de que estoy a cuatro pasos del séptimo,
casi a las puertas mismas del paraíso.
Si se confirma que es usted quien yo creo,
en buena hora habrá llegado mi regodeo.
Un aleluya librado a los cuatro vientos,
se escapará de mi boca en tal momento,
saliendo de lo más profundo de mi ser.
Pero, no son afirmaciones, sino supuestos.
De deseos inconclusos el mundo está plagado,
de lo anhelado a lo concreto nada más alejado.
Así que no resultará más que un gran cuento,
si no se pone uno a hacer buenos méritos,
para que usted le obsequie sus créditos.
sábado, 20 de junio de 2020
Incrédulo
Y
has llegado a una altura de la vida,
en
la que tienes la estúpida osadía,
de
creer que ya no habrá valía,
en
lo que sea que pueda ocurrir.
Y,
como siguiendo al eco de tu decir,
surge
con su mejor traje de desatino,
el
impredecible y pícaro destino,
poniéndote
una prueba en el camino,
que
no podrás ni querrás eludir.
Y
como si fuera esa una gran lección,
para
quién se las daba de incrédulo,
estarás
oscilando como un péndulo,
al
ritmo y compás del gran amor.
Y
se trata de eso que no quieres citar,
de
ese sentir que te niegas a admitir,
aunque
sepas que lo llevas adherido,
y
que ha calado hasta lo más prohibido,
de tu alma y de tu ser.
No está
Lo busco en la opacidad de tu mirada,
en tu caminar, en lo insulso de tus gestos,
en la ausencia injustificada de tus besos,
en la insalvable distancia en la cama.
Y ya no está, el amor ya no está.
Ya no está, no está, no está.
Lo busco en mis escépticas respuestas,
en mis motivos, en la escasez de ganas
en mi melancolía, en puertas abiertas,
en la falta de voluntad en las mañanas.
Y ya no está, el amor ya no está.
Ya no está, no está, no está.
Se nos ha ido sin pedir permiso,
sin dar cuentas, y dejando aviso
de que ya no volverá.
Se fue rompiendo el frágil lazo,
y no vale insistir, ya no hay caso.
Y ya no está, el amor ya no está.
Se fue, ya no está, no está
Se ha ido muriendo poco a poco,
como se van perdiendo los locos,
con el lento transcurso del tiempo.
Y nos dejó en el preciso momento,
en que la indiferencia era el sustento,
que nos alimentaba cada día.
Ya no está, el amor ya no está,
Murió, ya no está, no está
El gran idiota
Es
que te ofrece virtudes que carece,
ideales
imperfectos, libertades sin efecto.
Porque
te promete atención en exclusivo,
y
tiene más amantes que pasaje el colectivo,
los
lunes en hora pico.
¿Qué
felicidad podría brindarte,
ese
gran idiota de porvenir incierto,
a
ti, una fantástica obra de arte,
que
tiene por destino un buen puerto?
No
tiene derecho alguno en esta vida,
a
prometerte el viaje en el famoso tren
de
los sueños e ilusiones desmedidas,
si
te dejará llorando en el andén.
Optará
por evadirse en pronta hora,
haciendo
honor a su vil ruindad.
Y
te despacharás de la cruel verdad,
de
boca de una comedida señora.
Y te dejará sumergida en un infierno,
con
el corazón hecho pedazos.
Entonces
desearás con tus retazos,
que
lo consuman las llamas del averno.
miércoles, 10 de junio de 2020
Cada tanto te extraño
Y
continúa sonando el gran Sabina,
y
eso es algo que siempre me anima,
a
buscar entre los recuerdos,
aquellos
últimos días de cuerdo,
en
los que ya enloquecía por ti.
Y
aquello duró lo que debía durar,
en
esas cuestiones soy buen mercader,
a
propósito lo echo todo a perder,
y
salgo pitando hacia otro lugar,
a
buscar un mejor postor.
Es
que en la cúspide empiezo a dudar,
si
merezco estar viviendo ese momento.
Prefiero
quedar como el malo del cuento,
y
sin prejuicios mandarme a mudar.
Quisiera
volver a estar bajo tu cobijo,
y
refugiarme otra vez en tus brazos.
Pero
me has dicho que ya no hay plazos,
que
ha caducado mi plazo fijo,
y
que no hay renovación.
Te
extraño como extraña el preso la libertad,
como
se extrañan aquellos viejos amigos.
Solamente
una docena de tragos será testigo,
en
la disputa de la melancolía con mi soledad.
martes, 26 de mayo de 2020
Artista
¿Qué
te pasa mujer de ojos tristes?
Detente,
acércate y cuéntame tu pena:
¿Qué
ocultas detrás de esa mirada llena,
de
pesadas nubes grises,
con
ganas de llover?
Si
en verdad lo que quieres es llorar,
y
te urge espantar la melancolía.
Acá
tienes un hombro donde apoyar,
me
he tomado franco todo el día.
Ahora
si lo que anhelas es contar
los
infortunios acontecidos,
pues
te prestaré mis oídos,
y
no haré más que escuchar.
Si
tan sólo deseas compañía,
y
tal vez un fuerte abrazo.
Te
digo que en el menor plazo,
los
construyo a tu medida.
¡Ey,
no te vayas, mujer de ojos grises,
tan
sólo quiero que descargues tu pesar!
Es
mi intención poner brillo a tu mirar
con
el fin de dar otra vida a tus matices.
Amantes al compás
Son
tan sólo un par de ilusos amantes,
que
se mecen al vaivén de deseos errantes.
Y
bailan al compás de una gran melodía,
cuyo
embrujo los envuelve cada día,
desde
siempre a la eternidad.
Son,
tal vez, amantes masoquistas,
con
sentimientos, pero con quita
de
su cercanía, por simple capricho
de
una providencia mezquina,
que
ofrece todo, pero no atina
a
dar más que míseras migajas,
que
no son más que rodajas
del
gran portento de Eros.
Y
él continúa bailando con ella,
aquella
extraña dulce melodía,
como
si no los separara una vida
ya
sin suspiros, pero con huellas
de
esa utopía llamada amor.
martes, 19 de mayo de 2020
Suceso
Cuando
sentía que el único refugio seguro, era el arrumaco de mis letras.
Cuando
creía que la puerta que orienta al camino de las ilusiones renovadas ya había
sido cerrada.
Cuando
estaba convencido de que no volvería a sentir ese grato cosquilleo que genera la
incertidumbre.
Cuando
me había rendido ante los dominios de la desidia, y estaba en la insulsa espera
de no esperar nada.
Cuando
todo eso pasaba sin que nada ocurriera, apareciste tú, cubierta con tu manto
rejuvenecedor de espíritus, para embriagarme dulcemente con tus influjos y tus
virtudes. Y espantaste con el solo brillo de tu mirada la larga somnolencia de
mis instintos pasionales, para que los depositara en ti. El antes ya es olvido,
y habrá un después, sólo contigo.
miércoles, 13 de mayo de 2020
Reincidencia
de
tocar a las puertas de mi perdición.
En
el preciso momento que mi salvación,
entregada
al delirio, de un hilo pendía.
Conoces
bien de mis quebrantos,
y sabes que no se trata de patrañas.
Es
que dolió hasta en las entrañas,
aquello
de haberte querido tanto.
En
vano intento de que mire atrás,
retorna
en ingrato castigo el pasado.
Será
bueno habernos reencontrado,
si
no nos perdemos nunca más.
Y
hemos vuelto otra vez a reincidir,
en
el subterfugio ese, de extrañarnos.
Como
si de verdad pudiéramos amarnos,
engañando
a las penas en un cuchitril.
¿Y
me podrá usted explicar
por
qué extraña maldita razón,
hemos
dejado pasar aquella ocasión
de
subirnos al cielo a volar?
Prometo
Que
tomaré esta vuelta de hoja como el comienzo de la otra parte del libro, de la
más sustanciosa, de la mejor.
Que
a partir de ahora manejaré mis tiempos por más que un caprichoso reloj me tire
las horas una a una en su intento por sugestionarme.
Que
no me permitiré olvidar otra vez cómo es eso de sonreír aunque no haya motivo
alguno para hacerlo.
Que
dejaré de trabajar en pos de encontrar la paz que me permita cerrar los ojos,
tan sólo dejaré que se me cierren y que me vaya embebiendo poco a poco la quietud
de su embrujo.
Que
ya no intentaré saber hacia dónde voy ni cuál es mi propósito, haré tan sólo
aquello que me haga sentir bien acá y ahora.
Que
aceptaré encantado tu invitación si me ofrecieras la mano y me pidieras que te
siga a donde sea que tú fueras.
sábado, 2 de mayo de 2020
Añoranza
Y
ha llegado la tardecita y otra vez se me ha dado por extrañar. ¿Acaso será para
eso que existe el ocaso con su clásico aroma a melancolía? Para recordar, para
añorar, para volver a sentir aquellas sensaciones que para bien o mal nos
dejaron cicatrices imborrables.
Y
el pasado con su espíritu de perseverancia machaca una y otra vez sobre la
responsabilidad por el error cometido.
Y
la soberbia providencia me vuelve a recordar que me ha obsequiado la preciosa
oportunidad de subsanar, y la he dejado pasar. Es que el instante lo es todo y el
tiempo de proceder efímero.
Y
te vuelvo a ver, patente, como si no hubiera pasado el tiempo, con los ojitos
rojos de tanto llorar, con el interrogante pintado en la frente, con el caminar
abatido por el peso de las ilusiones rotas, aún intentando encontrar ese porqué,
el mismo que yo todavía no he hallado.
Y
es que, al final del día, todos, de alguna u otra manera, intentamos entender
un por qué o profundizamos en la búsqueda de cierta claridad que nos ilumine el
andar por el vasto camino de las dudas.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)