viernes, 17 de julio de 2020

Paisaje

Y sus ojos color tormenta me sumergieron en lo más profundo y bravío del mar lejano que aún no conozco.
Y sus largos cabellos librados al viento del otoño me recordaron el oleaje de aquellos trigales maduros mecidos por la brisa.
Y el sabor de sus labios tuvo la virtud de retroceder el tiempo al atraer la dulzura inédita de aquel fantástico primer beso.
Y las suaves curvas de su cuerpo desnudo me transportaron a las ondulantes e impredecibles dunas del gran desierto.
Y justo ahí, en el centro mismo del paisaje conformado por las preciosas dunas, hay un bellísimo oasis donde pretendo saciar mi apetito y mi sed. 

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