están amarrados cientos de sueños,
esperando que vuelvan sus dueños,
a rescatarlos uno a uno de la desidia,
en la que los sumió la desilusión.
En el gran puerto de la nostalgia,
siguen anclando las añoranzas,
que los amantes dejan en danza,
cuando los acomete la neuralgia
por buscar otro destino.
En el depósito de los lamentos,
se amontonan miles de quejas.
Actitud deplorable que nadie deja,
ni se guarda para mejor momento,
aunque no tenga motivo ni razón.
Y en la enorme estación de los sentidos,
aparcan una infinidad de almas sensibles.
Cada una aguarda a su par compasible,
que desee transitar el mismo camino,
en la irremediable búsqueda del olvido,
y al encuentro de un mejor después.
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