Y
has llegado a una altura de la vida,
en
la que tienes la estúpida osadía,
de
creer que ya no habrá valía,
en
lo que sea que pueda ocurrir.
Y,
como siguiendo al eco de tu decir,
surge
con su mejor traje de desatino,
el
impredecible y pícaro destino,
poniéndote
una prueba en el camino,
que
no podrás ni querrás eludir.
Y
como si fuera esa una gran lección,
para
quién se las daba de incrédulo,
estarás
oscilando como un péndulo,
al
ritmo y compás del gran amor.
Y
se trata de eso que no quieres citar,
de
ese sentir que te niegas a admitir,
aunque
sepas que lo llevas adherido,
y
que ha calado hasta lo más prohibido,
de tu alma y de tu ser.
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