de
tocar a las puertas de mi perdición.
En
el preciso momento que mi salvación,
entregada
al delirio, de un hilo pendía.
Conoces
bien de mis quebrantos,
y sabes que no se trata de patrañas.
Es
que dolió hasta en las entrañas,
aquello
de haberte querido tanto.
En
vano intento de que mire atrás,
retorna
en ingrato castigo el pasado.
Será
bueno habernos reencontrado,
si
no nos perdemos nunca más.
Y
hemos vuelto otra vez a reincidir,
en
el subterfugio ese, de extrañarnos.
Como
si de verdad pudiéramos amarnos,
engañando
a las penas en un cuchitril.
¿Y
me podrá usted explicar
por
qué extraña maldita razón,
hemos
dejado pasar aquella ocasión
de
subirnos al cielo a volar?
No hay comentarios:
Publicar un comentario