Ya
quisiera revivir ese instante mágico sobre el que no tuvimos control alguno,
cuando flotamos en el barco de la placidez y nos dejamos llevar por mares de
emociones, cuando el tiempo se detuvo, cuando el sol se hizo el tonto y dejó
pasar un momento y la luna se murió de envidia olvidándose de andar. Sería
fantástico volver a vivir ese grato morir en proceso de resurrección.
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