La
Perversidad, con su policromía y todas las sospechas a cuestas, se ha cruzado a
propósito en el camino de la Inocencia y su inimputabilidad; le ha hecho guiños
cómplices intentando acercar posiciones, pero como esta no sabe de medios tonos
le dio vuelta la cara y se escabulló por entre senderos bien iluminados y
seguros. La Perversidad sonríe maliciosa y complacida desde su puesto entre las
sombras: sabe que con el transcurso del tiempo todo termina por mudar de color y que una simple duda bien sembrada pronto se transformará en sutil sospecha.
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