El otrora rebosante baúl de las sorpresas y los increíbles ha sufrido
las consecuencias del accionar de la nefasta sociedad conformada por el
inexorable paso del tiempo y la curiosidad del ser humano con su despótica
razonabilidad. Lenta pero irremediablemente ha sido despojado, vaciado,
estrujado, exprimido; ya ni las telarañas que dominan su escasez logran generar o disparar alguna emoción.
En breve será un hecho su desaparición definitiva y ni siquiera habrá alguien que realice la consecuente denuncia, pues: ¿quién podría prestarle la mínima atención al
faltante de una caja llena de previsibilidad?
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