Cuando
todo está patas para arriba y no sé por qué. Cuando lo intento por todos los
caminos y no encuentro la salida. Cuando no hallo explicación coherente a ciertas
actitudes que me dañan o me afectan. Cuando me pregunto que habré hecho para
merecer lo que me pasa y no sé qué contestarme. Cuando los fantasmas del
desaliento me tiran de la mano y pretenden sumergirme en el oscuro pozo de la
depresión…
Justo en ese crítico momento me suele pegar en la cara, como una
bofetada de aliento, esa brisa fresca, agradable, inspiradora que me hace saber
que no estoy solo, que alguien está pensando en mí; entonces veo todo más
nítido, mi semblante se transforma y esboza una sonrisa, y
con eso me es suficiente para encontrar respuestas o alternativas de salidas
que me permiten proseguir o volver a intentarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario