martes, 29 de diciembre de 2015

Alimentar lo posible

Porque no estoy encantado con las cosas que hace un tiempo creí me podrían encantar.
Porque estoy harto de mirar el hermoso trasero de los imposibles y de no habérselo podido siquiera acariciar.
Porque obtener lo que desvela a la mayoría jamás me ha llamado la atención.
Porque el vivir pensando en aquel que podría haber sido no me ha dejado la libertad necesaria para disfrutar de quién soy.
Y porque deseo alimentar el posible de ese que soy, desde ahora en más los condicionales quedan desterrados de mi vocabulario.

Cuestión de tiempo

La Perversidad, con su policromía y todas las sospechas a cuestas, se ha cruzado a propósito en el camino de la Inocencia y su inimputabilidad; le ha hecho guiños cómplices intentando acercar posiciones, pero como esta no sabe de medios tonos le dio vuelta la cara y se escabulló por entre senderos bien iluminados y seguros. La Perversidad sonríe maliciosa y complacida desde su puesto entre las sombras: sabe que con el transcurso del tiempo todo termina por mudar de color y que una simple duda bien sembrada pronto se transformará en sutil sospecha.

viernes, 25 de diciembre de 2015

Revival

Ya quisiera revivir ese instante mágico sobre el que no tuvimos control alguno, cuando flotamos en el barco de la placidez y nos dejamos llevar por mares de emociones, cuando el tiempo se detuvo, cuando el sol se hizo el tonto y dejó pasar un momento y la luna se murió de envidia olvidándose de andar. Sería fantástico volver a vivir ese grato morir en proceso de resurrección.

Libertad condicional

Y si el rojo pasión no es el color de la sangre…
Y si el corazón ya no nos late aunque seguimos viviendo…
Y si ya no procedemos sin que alguien nos lo ordene…
Y si nuestra libertad llega hasta donde alcanza la cuerda…
Y si la abolición de la esclavitud no abolió nada y tan sólo cambió la ropa de fajina por el traje de etiqueta y las oxidadas cadenas por implícitos controles bajo el amparo de las normas…
Y si no queremos ser una insignificante hormiguita más que sale todos los días hacia su trabajo para poder ganarse el pan sin disfrutar del paso del tiempo…
Y si no deseamos estar atados al poste anulador de voluntades propias…
Y si consideramos que no merecemos estar encarcelados de por vida…
Y si tratamos de distinguirnos y rompemos filas y nos damos a la fuga…

La fuerza del pensamiento

Cuando todo está patas para arriba y no sé por qué. Cuando lo intento por todos los caminos y no encuentro la salida. Cuando no hallo explicación coherente a ciertas actitudes que me dañan o me afectan. Cuando me pregunto que habré hecho para merecer lo que me pasa y no sé qué contestarme. Cuando los fantasmas del desaliento me tiran de la mano y pretenden sumergirme en el oscuro pozo de la depresión… 
Justo en ese crítico momento me suele pegar en la cara, como una bofetada de aliento, esa brisa fresca, agradable, inspiradora que me hace saber que no estoy solo, que alguien está pensando en mí; entonces veo todo más nítido, mi semblante se transforma y esboza una sonrisa, y con eso me es suficiente para encontrar respuestas o alternativas de salidas que me permiten proseguir o volver a intentarlo.

A tu antojo

Como la luz que finge ahuyentar a todo miedo que nos ronda y nos consume.
Como el sol que evapora y atrae los restos de las lágrimas de la luna para luego esconderse y volver a hacerla sollozar.
Como la lluvia que da fin a la volatilidad y asienta las partículas que pretendían escapar de tierra firme seducidas por el cambio.
Como la luna que engaña al mar pidiéndole que humedezca sus faldas a sabiendas que jamás lo logrará.
Como ellos tú eres artífice del maquiavélico juego permanente entre incitaciones y rechazos, y como tales me manejas a tu antojo.

Enfermo

Siento celos de la brisa que levanta tu falda y dudo del maldito viento que la provoca.
Siento celos de las baldosas y las alfombras que espían tu intimidad en la cadencia de tu caminar.
Siento celos hasta de la mirada de los perros callejeros que te observan fijo y suplicantes al pasar.
Siento celos del agua que corre por tu piel cuando te bañas, y me es imposible no asignarle dobles intenciones.
Siento celos del roce de las sábanas en tus pezones y de su entrelazado con tus piernas.
Siento celos de tu mano que se desliza y va al encuentro de lo más profundo de tus deseos en la búsqueda de placer.
Siento celos de mis ojos que te miran con lascivia cuando deberían hacerlo con pureza.
Siento celos de mis pensamientos y su egoísmo de pensarte que únicamente muerta serías absolutamente mía.

martes, 22 de diciembre de 2015

Fugaz

Ella pasó como pasan las cosas buenas: quedándose por un breve lapso pero dejando huellas imborrables. Colmada de escasez su presencia tangible y llena de abundancia su permanencia residual. Me ha dejado inmerso en una mezcla de sensaciones con aroma a poco y regusto inolvidable.

La represión del dolor

Y acá estoy, llorándote, en silencio y sin lágrimas, como se llora la muerte de un amante. El desgarro me va por dentro, se me anuda en la garganta, me clausura el estómago y se me expande por el pecho; y ahí se instala para machacar sobre cada recuerdo, sobre cada sensación, sobre cada pensamiento, sobre cada acontecer. Tan solo la soledad y su virtud de no entrometerse podrá ser testigo de semejante pesar. Es que el secreto se fue con ella pero lo vivido se ha quedado conmigo.

Por convicción

Si transitas por un camino que a priori sabes—ya sea por intuición, por corazonada, por simple sentido común, o porque tu GPS interno así te lo informó—, te llevará derechito a la meta; entonces ¿por qué te detienes a escuchar consejos sin fundamento, a oír alcahueterías baratas, o a percibir murmullos de posibles alternativas engañosamente auspiciosas, que lo único que pretenden es desviarte de tu norte? Acostúmbrate a seguir convicciones, los rumores jamás conducen a buen puerto.

lunes, 21 de diciembre de 2015

Evidencias que matan

Mañana húmeda bajo el predominio de neblinas. Gente que viaja en colectivo: a trabajar, a dar clases, a estudiar, por atenciones de salud, y tal vez alguien hasta lo haga por placer.
El sol envía tibias amenazas en su pretensión de hacerse notar, mientras la boca blanca y pastosa de la niebla se regodea al devorar lo tenue de sus rayos.
Un hombre observa, sin remilgos ni cuidados, desde su posición del asiento de enfrente, a una chica. Los dedos delicados y hábiles de ella vuelan por la pantalla del celular hasta encontrar el tema que pretende escuchar a través de los auriculares.
El sol pasa de las amenazas a las agresiones, clava sus estocadas en el cuerpo fofo de la niebla y acaba por disiparla; la difusa intimidad que se había dado en algún momento entre ellos se diluye.
La chica se acaricia el largo pelo que cae lacio sobre su blusa floreada, mira por la ventanilla. El hombre no detiene su mirar: Esos labios carnosos, entreabiertos, incitadores… Esa naricita que haría de tobogán a las gotas de agua de la ducha… Ese escote que pareciera ser la mismísima entrada a la gloria… De pronto ella desvía la vista y una mirada furiosa se clava, letal como una puñalada, en el intrépido curioso ahuyentando toda posible ensoñación. El hombre se desinfla en su asiento, así como la niebla se había esfumado minutos atrás, rendido ante la evidencia de lo imposible.

Excusa

Es que se le ha asignado a mi persona una terrible conjunción que es un despropósito en sí misma, pues así como suelo poseer la magnífica virtud de resultar encantador en el trato, a la vez tengo el deplorable defecto de contar con una en extremo sutil perversidad.

Pandora obsoleta

El otrora rebosante baúl de las sorpresas y los increíbles ha sufrido las consecuencias del accionar de la nefasta sociedad conformada por el inexorable paso del tiempo y la curiosidad del ser humano con su despótica razonabilidad. Lenta pero irremediablemente ha sido despojado, vaciado, estrujado, exprimido; ya ni las telarañas que dominan su escasez logran generar o disparar alguna emoción.
En breve será un hecho su desaparición definitiva y ni siquiera habrá alguien que realice la consecuente denuncia, pues: ¿quién podría prestarle la mínima atención al faltante de una caja llena de previsibilidad?

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Ida y vuelta

Si yo pusiera al alcance de usted todo lo que soy, y usted me ofreciera en iguales proporciones la esencia que la conforma, pues nos quedaríamos vacíos de lo propio de cada uno; sin nada que no se haya ofrecido o puesto a disposición del complemento. Ahora, puestos a pensar con propiedad y sin estancarnos en la sola acción de dar u ofrecer, debo reconocer que, en contra partida, tendríamos la maravillosa posibilidad de llenarnos con el otro; o sea, podríamos obtener como resultado un par de almas rebosantes de aquello que más deseamos.

El descubrir de las fantasías

No vaya usted a pensar que yo he puesto tales ratones en su cabeza, tan sólo se me puede asignar el hecho de haber emitido el silbido necesario para hacer que despertaran. Dormidos o despiertos son de su propiedad y han estado por siempre allí. Ahora que han abierto los ojos será decisión exclusiva de usted si desea continuar alimentándolos y disfrutar con sus propuestas un tanto indecorosas; o ignorarlos para que acallen su predominio, para lo cual, inevitablemente, deberá usted mantenerse alejada de mi presencia e influjo.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Contagio

Era costumbre en él levantarse malhumorado, con cara de enemigo del mundo y expresión de no me hables. Pero, no era nada que no se solucionara con la recepción de una caricia, una demostración de cariño, o una frase alentadora proveniente de aquellos labios encantadores. Pues cuando por las más oscuras razones lo gélido se hizo propio en las manifestaciones físicas de ella, la expresión adusta de él se transformó en permanente. Y así como ella nunca pudo entibiar ni muchos menos derretir su semblante para encontrar el camino de retorno a la dicha,  él jamás volvió a sonreír.

Mal trago

Estoy empezando a pensar que soy para usted más una dificultad al tragar que entorpece y congestiona su habitual desenvolver, que aquella original bocanada de aire puro que pretendía oxigenar su cuerpo y purificar su alma. Se me ocurre que podríamos intentar variar las medidas de predisposición, libertad y tolerancia, y así tratar de encontrar el equilibrio que transforme en digerible ese mal trago.

Tiempo de cambios

Cuando el tolerar se hace intolerable… Cuando el sopor ha mutado a lo insoportable… Cuando la costumbre peca de incomodidad… Cuando lo espontáneo ha optado por encerrarse bajo llave en su caja de sorpresas… Cuando ya no hacen falta agendas y las horas pasan sin pena ni gloria y ni siquiera el reloj se entera… Cuando la esperanza significa esperar la sucesión de los días rumbo a un final prefijado… Cuando insistir no encuentra razón sostenible… Cuando la soledad se inmiscuye y hace mella por más que nos rodee la mejor compañía… 
Cuando las señales que nos indican que es tiempo de cambios son tan evidentes, es terquedad de necios no prestarles atención.

jueves, 3 de diciembre de 2015

No se preocupe

Si usted percibe una sensación similar a una agradable corriente eléctrica que se apodera de su mente y se desliza lenta pero inexorablemente hacia su cuerpo, no se preocupe, es mi espíritu que se ha tomado el atrevimiento de inmiscuirse en sus pensamientos con el fin de decretar un inquilinato momentáneo del punto neurálgico donde nacen todas sus sensaciones.
Si usted siente que algo va como transformando todo a su paso, aunque lo haga con la mesura y la liviandad de una pluma, y el aplomo de un felino; no se preocupe, es mi aliento que transita a milímetros de su piel, erizando y despertando áreas adormecidas o aletargadas.
Si a usted la acomete el incontenible deseo de acariciarse y cierra los ojos, se muerde los labios, y no puede evitar dejarse llevar; son sus sensaciones que, alocadas, se han disparado debido al influjo de mis dichos. No se preocupe por el hecho, pues será tan solo un instante, preocúpese por la existencia de poder residual.

Arquetipo errante

Los tipos inquietos —tal vez por eso lo somos— andamos por el mundo buscando nuestra horma, ese formato de vida que se amolde a ese ideal que inconscientemente hemos construido. Lo hacemos muchas veces sin darnos cuenta siquiera que lo buscamos. Cambiamos el rumbo, la forma de ver las cosas, el sentido de la búsqueda, pero jamás ese objetivo deja de ser tal. Solemos saltar el paredón de las sanas costumbres, traspasar la frontera de las reglas morales, o romper el límite del buen tino con la finalidad de ver qué hay al otro lado. No lo hacemos por maldad o despropósito, sino por simple inquietud de querer saber cómo se ven las cosas desde otro ángulo: si se siente lo mismo o se perciben sensaciones diferentes que logren hacernos cambiar puntos de vista sobre determinadas cuestiones. Tal vez muchos de los inquietos moriremos en el intento de encontrar ese arquetipo que nos satisfaga, aunque al menos nos quedará ese pequeño placer de haber intentado vivir la vida de acuerdo a lo que queríamos; y en esta época de vacíos espirituales no es poca cosa tener siempre un propósito en mente.