martes, 22 de marzo de 2016

Punto de inflexión

Díganme si alguna vez no se han sentido como esa tortuga que cruza la ruta, que cuando va a mitad de camino se da cuenta del peligro que corre y la invade la imperiosa necesidad de regresar, de dar marcha atrás. Y lo intenta y cuando comienza a volverse pasa un camión que le saca chispas al caparazón y la hace desistir del intento. Y entonces entra en pánico y da un paso para avanzar en el sentido que antes llevaba y en eso pasa otro enorme vehículo en dirección contraria al anterior que la hace encoger y girar sobre su panza y cuando vuelve a salir ya no sabe discernir con claridad hacia dónde era que iba.
Ese indeseable punto medio por el que pasan la mayoría de las decisiones importantes y que crea la dicotomía entre seguir adelante y hacer frente a lo que venga, o volver atrás a seguir alternando con la intrascendencia.
Ese incómodo punto medio que nos hace saber que ya nos hemos jugado gran parte del orgullo o la mayoría de la voluntad, pero que nos muestra que todavía no hemos logrado nada, que debemos involucrarnos aún más para alcanzar lo propuesto o, en definitiva, desestimar el tiempo y el empeño invertidos para volver a fojas cero y continuar de capa caída.

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