Estuve
en aquel cuerpo que caía sin control alguno, que siempre caía, y nunca
terminaba de caer.
He
sido el escalador que subía por la escarpada pared hasta que perdía pie y se
desplomaba de espaldas hacia el precipicio, y que acababa por despertarse sobresaltado
un instante antes de estrellarse contra el suelo.
También
fui aquel tipo de vestir impecable que al ingresar a un lugar sumamente concurrido
se daba cuenta que se había olvidado de calzarse.
Ahora
suelo ser un contradictorio exhibicionista que camina desnudo a medianoche por
las calles de la ciudad a la vez que se oculta de la gente y se tapa los genitales.
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