Te descartaron del trabajo porque el cuerpo ya no te responde.
No te puedes acoger a las migajas jubilatorias porque la edad no te
alcanza y ciertos aportes se perdieron en el camino.
Te das cuenta que el esfuerzo que hiciste toda la vida tan sólo se
tradujo en deterioro y que ya nada puedes hacer sin que algo te duela.
Quisieras viajar ahora que te sobra el tiempo pero no tienes los medios.
Piensas que habría estado bueno poder disfrutar más tiempo con la
vieja, pero ella cierto día se cansó de todo y se fue a seguir esperándote en
el otro lado.
Te embargan unos incontenibles deseos de llorar aunque tus ojos,
resecos y marchitos, ya no producen lágrimas que puedas derramar.
Entonces te entregas y dejas que la desidia de los demás decida y que la
inercia del paso del tiempo haga lo que quiera con vos.
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