Valientes
apostadores que se la juegan por vos en los buenos momentos nunca van a faltar.
Detractores tampoco, por más que intenten disfrazarse, porque nacen con la creación
misma y ellos entienden que todo lo que sobresale termina por herir.
Patrocinadores incondicionales, de esos que están contigo en las cumbres y en
los abismos, en lo sobresaliente y en lo bochornoso, en lo trascendente y en lo
superfluo, en lo pasional y en lo álgido; escasean. Lo notable de las
oscilaciones es que según la ocasión uno siempre acaba por verles la verdadera
cara o el horrible traste, porque créanme que muchas veces lo terminan mostrando.
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