La tendencia pretende
querer arrastrarme a menudo, pero como suelo ser bastante terco y por ende fiel
a mis convicciones, le unto al cuerpo vaselina y le irrigo frescura a la mente para
que me resbalen los golpes adormecedores de la obsecuencia, o no se ciñan a mí
los nudos de las cuerdas anuladoras de opiniones alternativas o ideas
renovadoras.
Tiene sus complicaciones
el ir contra la corriente por ende no son muchos los que se atreven, pero
sin duda alguna la satisfacción que sentirán esos disidentes al obtener el
rédito buscado será superlativa; tal como es valorado en su justa medida todo aquello que cuesta obtenerse.
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