Deja
ya de llorar. Levántate y anda. La vida se detuvo un momento y espera por ti.
No desaproveches la oportunidad. Deja ya de quejarte por aquellos sueños rotos y
ve al encuentro de ilusiones jóvenes o metas renovadas. Reconstruye tu imagen, abre
tu mente, pinta una sonrisa, y muéstrale al mundo de lo que eres capaz. Deja
atrás el lamento por lo que no pudo ser y comienza a disfrutar de la otra parte
de tu vida con esa incontenible fuerza del resurgir.
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