Han pasado ya los buenos años,
y
en este caminar sin asperezas,
no
le hago espacio a extrañezas,
ya
no caben reproches ni regaños.
Aún
me asalta el sabor a nostalgia,
de
ese pasado colmado de magia.
¡Qué
sacrilegio que al gran mago,
ya
no le quedaran trucos a mano,
para
resolver esa contingencia,
que
nos sumió en la indiferencia,
dejando
al gran amor olvidado!
Continúa
el sangrado de las heridas,
que
mi perversa imaginación inflige,
pues
con su maliciosa inventiva erige,
lo
bonita que a tu lado sería mi vida.
Es
cierto, han pasado los buenos años.
Pero,
en mi caminar sí hay asperezas,
tienen
tanto espacio las extrañezas,
que
hasta caben reproches y regaños.
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