Qué ganas de darte un abrazo de esos que dejan sin aliento y por siempre
se recuerdan. Qué ganas de besarte hasta el hastío, aunque esto jamás ocurra. Qué
ansias de que te recuestes junto a mí donde sea que el destino nos encuentre. Y
que te dormites sobre mi pecho mientras entrelazo mis dedos en la suavidad de tu
pelo, agradeciendo al cielo y las estrellas, y a quien sea que haya conspirado,
por darme la posibilidad de estar contigo, aunque solo sea por una vez y nada
más.
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