No
te das cuenta de la importancia de la incertidumbre hasta que te faltan
certezas, hasta que el nerviosismo propio que ella acarrea invade el calmo lago
de la tranquilidad en que vivías. Recién ahí aprecias que podías sentirte
más vivo que lo que demostrabas estar porque te tienes que arremangar, poner
manos a la obra y emplear tus pensamientos a tope para tratar de resolver la
cuestión que te inquietó. La incertidumbre impulsa al cambio, a la búsqueda de
lo nuevo, a considerar alternativas, e incluso a la creación misma de posibilidades.
Hay que celebrar su aparición en los diferentes ámbitos de la vida porque es un
motivo más para continuar.
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