No
te das cuenta de la importancia de la incertidumbre hasta que te faltan
certezas, hasta que el nerviosismo propio que ella acarrea invade el calmo lago
de la tranquilidad en que vivías. Recién ahí aprecias que podías sentirte
más vivo que lo que demostrabas estar porque te tienes que arremangar, poner
manos a la obra y emplear tus pensamientos a tope para tratar de resolver la
cuestión que te inquietó. La incertidumbre impulsa al cambio, a la búsqueda de
lo nuevo, a considerar alternativas, e incluso a la creación misma de posibilidades.
Hay que celebrar su aparición en los diferentes ámbitos de la vida porque es un
motivo más para continuar.
Este es mi borrador virtual. Todos los textos son de mi exclusiva autoría. No siguen ninguna línea específica ni hilo conductor, ni siquiera una cronología. Publico compulsivamente cuando tengo ganas, y cuando no las tengo me pregunto por qué pierdo el tiempo en hacerlo. Soy así. Las imágenes fueron tomadas de Internet.
viernes, 19 de febrero de 2016
Deseo
Hoy
tan solo quiero que me abraces
Que
desestimes los temores
Que
desplaces mis oscuridades
Hoy
tan solo quiero que me abraces
Que
postergues los rencores
Que
me contagies de seguridades
Hoy
tan solo quiero que me abraces
Que
ahuyentes las discordias
Que
espantes mis frialdades
Hoy
tan solo quiero que me abraces
Que
obviemos aconteceres insustanciales
Y
juntos inventemos grandes verdades
domingo, 14 de febrero de 2016
A escondidas
¿A
qué recóndito paraje se van los pájaros a morir?
¿Dónde
se meten las nubes los días de cielo despejado?
¿Cuándo
fue que perdimos las sonrisas espontáneas y el espíritu positivista de
la niñez?
¿Qué
pasa con las almas de los niños que no pudieron sonreír lo suficiente por lo
subrepticio de la muerte?
¿En
qué preponderante lugar se ocultan los amores no correspondidos que no se
olvidan jamás?
No hagas locuras
Si
te pido que dejes todo y vengas a mí, haz caso omiso.
Si
te prometo que te bajaré la luna, no me creas, jamás lo haré.
Si
te extiendo con confianza la mano, nunca te aferres a ella.
Si
encuentras mi puerta entornada y un susurro te invita a pasar, no entres.
Si
me ves con cara de lástima y ojos llorosos, pega la vuelta y vete.
No
hagas locuras por mí, no vale la pena, créeme.
lunes, 8 de febrero de 2016
No ha lugar
Ser consecuente
La
furia que no habla es la que hace más daño.
La
desazón que no trasluce es la que más corroe.
La
sospecha que no aclara día a día oscurece.
Los
miedos que se ignoran desnudan debilidades.
La
cobardía que se encubre refleja hipocresía.
La
seguridad que finge establece nerviosismo.
La
autenticidad que se expresa está libre de culpa y cargo.
miércoles, 3 de febrero de 2016
Confabulación
Brillábamos cuando el
azar apostaba por nosotros, pues ahora el muy ingrato se ha empeñado en opacarnos.
El tiempo y su avaricia ya no arriesgan sus horas en confabulaciones para
hacernos coincidir. Tan sólo algún compasivo acontecer onírico nos continúa
cediendo ratos de su transcurrir de inconsciente pleno y razonar nulo para que
disfrutemos de las más atrevidas fantasías.
Y si no se da el encuentro
en alguno de esos planos, nos extrañamos…
Recelosa
Si
en mi cercanía percibes la seguridad que necesitas.
Si
la sospecha de mi presencia atenúa tus tormentos.
Si
el murmullo de mi voz aplaca tus nervios.
Si
mi razonar da por tierra con tus divagares.
Si
llegas tambaleante y errática, y te retiras por el cauce.
Si
me consideras el más avezado y experto sicólogo.
Me
puedes explicar: ¿por qué siempre tratas de rehuirme?
lunes, 1 de febrero de 2016
Contrastes
El
chico detiene su lento arrastrar al encontrar un resto de comida. Al sentarse
para llevarlo a su boca se escucha el atenuado disparador de la cámara digital
de última generación. El fotógrafo había esperado con paciencia de francotirador
durante horas a que se presentara el momento oportuno para gatillar. Observa la
imagen captada: montones y montones de basura, de desperdicios de todo origen
tirados sin orden alguno dominan la escena; la humareda o neblina rastrera, o ambas
tal vez, dan el fondo adecuado; más allá unos caranchos, en su afán de hacer
más tétrico el cuadro, sobrevuelan en círculos por lo indeciso de un cielo
teñido de grises; y en el centro, coronando la fotografía, el chico, con su
indescifrable edad, con sus huesos marcados que amenazan con resquebrajar la debilidad
de la piel, con su vientre prominente que cuelga, con esos ojos apagados que la
esperanza nunca pintó, con una mano de dedos lacios que se extiende llevando el
pedazo de alimento a la boca de labios trémulos mientras una docena de moscas
aún se afanan en querer disputarle la comida y revolotean molestas sin que él haga
ademán alguno para espantarlas.
El
fotógrafo, tras un gesto de satisfacción, piensa: si el nauseabundo olor reinante
se pudiera captar sería la imagen perfecta. Aún así, complacido, y ya pensando
qué hacer con el par de miles de dólares que alguna revista seguro pagará por
ella, antes de retirarse le da un billete de cinco al chico, quien, no obstante,
se queda extendiendo la mano. El nene mira el billete sólo un instante y luego
lo tira para proceder a arrastrarse de nuevo, como puede, en su necesidad de
seguir buscando qué comer.
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