Hoy tengo ganas de llorar, no sé exactamente
por qué, pero siento el casi irreprimible deseo de hacerlo. Quizás fue algo que
ocurrió que colmó ese poquito que faltaba para que mi voluntad se quiebre.
Quiero gritar a los cuatro vientos y soltar toda la rabia contenida. Deseo
purificar mi alma y para ello necesito derramar ríos de lágrimas turbias hasta
que terminen saliendo transparentes y cristalinas, claras y lozanas. Siento una
terrible impotencia que me carcome, que ya se llevó mis nervios y que pretende
llevarse mi cordura. Quisiera que mi maldito y mal ponderado ego aparezca en
este momento y me diga qué es lo que debo hacer, pero el muy hijo de puta
cuando lo necesitas no aparece.
Me maldigo por hablar cuando debí haber
callado y por quedarme en silencio, mordiendo las palabras, cuando las debí
haber escupido, dejándolas libres al viento, pese a quién le pese, defendiendo
la verdad, mi verdad.
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