Ya
casi no siento resabios de su boca en la mía, lo que me instala el temor al
olvido del sabor de sus besos. Apiádese usted
de mí, tenga compasión de los buenos momentos compartidos, intente renovar el grato
difuso recuerdo, y concédame cada tanto el placer del roce de sus labios que,
por más que resulte escatimado y fingido, tengo la seguridad de que terminará
por ahuyentar esta incertidumbre que me invade y que me hace creer que puede ser
lo mismo besar otros labios, aunque estos no sepan a los suyos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario