Cuando estás roto por dentro, lo pretendes disimular dibujando sonrisas. Y te sale tan bien que atraes y terminas rodeado por gente superficial, que es precisamente lo que menos deseas.
Cuando estás roto por dentro tratas de
mantenerte ocupado para no dar lugar a los pensamientos, pero estos siempre se
inmiscuyen y acaban por meterse en lo más profundo de tus sueños.
Cuando estás roto por dentro es muy probable que
te sientas incompleto, aunque seas el afortunado dueño de los misterios de la
vida.
Cuando estás roto por dentro, sin saberlo, andas buscando a alguien que esté tan roto como vos. Tal vez para que, juntos y sin censura, puedan llorar sus penas y alivianar pesares. O, quizás, para aunarse en el intento de emparchar los agujeros del alma con el fin de que no se les escurra a través de ellos el resto de vida que les queda.
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