Que me llevo el mundo por delante,
con suma altanería y carencia de razón.
Que soy el mismísimo Don Juan.
Que toda mujer a la que miro y le sonrío,
termina entrelazada conmigo en el diván.
Que han estado tantas damas en mi compañía.
Que llevo registro fotográfico con el nombre,
para no olvidar y acostarme de nuevo con
la tía.
Se tejen múltiples engaños y calumnias
sobre mí,
mas si tanto me desprecian y aborrecen,
no encuentro el sentido de que se ocupen de este gil.
¿No será que los pelotudos gilipollas
en el fondo lo que sienten es envidia
y por tal razón es que me embrollan?
¿O tal vez, los necios intolerantes altaneros
inseguros,
al no saber cómo actuar ante la probada rectitud,
sacan a relucir sus caretas de hombres
puros?
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