De
que llegue el momento en el que no le dé valor al comienzo de un día como una
nueva oportunidad.
De
no lograr distinguir entre una mirada sincera y la expresión de una mente
hipócrita.
De
no saber apreciar la belleza de las cosas simples por estar obnubilado por los
grandes objetivos.
De
alcanzar el maldito día en el que desconozca a los que estuvieron a mi lado o
me acompañaron en la vida.
De
que me embargue la insensibilidad ante situaciones límites tales como: no percibir los
pinchazos del dolor ante las aberraciones o los despropósitos de mis
semejantes, o ser indiferente ante las injusticias o las maldades.
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