Puede
que no le haya gustado que lo vistieras de pies a cabeza cuando con harapos se
sentía bien.
Puede
que no deseara que le regalaras ese viaje cuando en su imaginación, ha ido
hasta los confines del Universo.
Tal
vez no quisiera que le obsequiaras ese reloj o el anillo cuando lo que más
apreciaba eran las virtudes abstractas.
Tal
vez hasta no se habría molestado con que la casa estuviera desordenada o con que
cocinaras horrible, si tan sólo le importabas tú.
Quizás
hasta podría haber sido feliz con que lo esperaras cada día con una sonrisa
amable y sincera, con que tus labios le hubieran murmurado un te extrañé, y te habrías dedicado a
brindarle ese cachito de afecto que necesitaba para seguir andando.
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