lunes, 18 de enero de 2016

Encanto femenino

Cuando uno tiene necesidad de ellas o las desea —y cuando no también—, suele verlas por todos lados. Contoneándose como el brillo de la luna en el agua al compás de la leve brisa. Con sus figuras sinuosas moviéndose exultantes y soberbias con la elegancia y el porte de los gatos en los tejados. Como magníficas reinas, sabiéndose dueñas perennes del embrujo, desplazándose con la seguridad propia de los fantasmas sobre la niebla. Ahí van con sus sonrisas encantadoras como si fueran damiselas del demonio que portaran la tentación; y… ¡y vaya si la portan! Aunque lo hacen sin proponérselo, créanme.
¡Oh, mujeres! ¡Mujeres! ¡Maravillas de la creación! ¿Con qué pócima embriagadora nos han rociado…? ¿Cuál es el extraño influjo que utilizan para generar tan extrema atracción…? ¿En qué misterioso entramado nos han hecho caer…?  ¿Qué sutil encanto las hace tan irresistibles ante nuestra debilidad…?

No hay comentarios:

Publicar un comentario