sábado, 23 de enero de 2016

El encanto de tu embrujo

Me encanta observarte lentamente de arriba abajo para luego decirte lo bonita que estás por más que no te guste.
Me encanta que la sonrisa se te escabulla por entre la suavidad de los labios, que el brillo de tus ojos desnude tus intenciones, y que se te marque esa pícara puntada en cada mejilla.
Me encanta que vengas hacia mí con esa mirada entre tímida y obsecuente, mordiéndote el labio inferior, aunque con la convicción plasmada de lo que pretendes.
Me encanta todo lo que haces y me dejas hacer.
Me encanta besarte con dulzura la punta de la nariz, los párpados entrecerrados y las comisuras de la boca, ya inmersos en la placidez propia del después de. 

Tengo miedo…

De dejar algún pendiente que otro no pueda resolver cuando la muerte me sorprenda.
De que llegue el momento en el que no le dé valor al comienzo de un día como una nueva oportunidad.
De no lograr distinguir entre una mirada sincera y la expresión de una mente hipócrita.
De no saber apreciar la belleza de las cosas simples por estar obnubilado por los grandes objetivos.
De alcanzar el maldito día en el que desconozca a los que estuvieron a mi lado o me acompañaron en la vida.
De que me embargue la insensibilidad ante situaciones límites tales como: no percibir los pinchazos del dolor ante las aberraciones o los despropósitos de mis semejantes, o ser indiferente ante las injusticias o las maldades.

Conjeturas sobre un fracaso

Puede que no le haya gustado que lo vistieras de pies a cabeza cuando con harapos se sentía bien.
Puede que no deseara que le regalaras ese viaje cuando en su imaginación, ha ido hasta los confines del Universo.
Tal vez no quisiera que le obsequiaras ese reloj o el anillo cuando lo que más apreciaba eran las virtudes abstractas.
Tal vez hasta no se habría molestado con que la casa estuviera desordenada o con que cocinaras horrible, si tan sólo le importabas tú.
Quizás hasta podría haber sido feliz con que lo esperaras cada día con una sonrisa amable y sincera, con que tus labios le hubieran murmurado un te extrañé, y te habrías dedicado a brindarle ese cachito de afecto que necesitaba para seguir andando.

lunes, 18 de enero de 2016

Encanto femenino

Cuando uno tiene necesidad de ellas o las desea —y cuando no también—, suele verlas por todos lados. Contoneándose como el brillo de la luna en el agua al compás de la leve brisa. Con sus figuras sinuosas moviéndose exultantes y soberbias con la elegancia y el porte de los gatos en los tejados. Como magníficas reinas, sabiéndose dueñas perennes del embrujo, desplazándose con la seguridad propia de los fantasmas sobre la niebla. Ahí van con sus sonrisas encantadoras como si fueran damiselas del demonio que portaran la tentación; y… ¡y vaya si la portan! Aunque lo hacen sin proponérselo, créanme.
¡Oh, mujeres! ¡Mujeres! ¡Maravillas de la creación! ¿Con qué pócima embriagadora nos han rociado…? ¿Cuál es el extraño influjo que utilizan para generar tan extrema atracción…? ¿En qué misterioso entramado nos han hecho caer…?  ¿Qué sutil encanto las hace tan irresistibles ante nuestra debilidad…?

La sabiduría de Chronos

Las rajaduras del tiempo no admiten remiendos, sólo aceptación. La incertidumbre del futuro hace mellas en la seguridad cotidiana y no debería. La insaciabilidad del ayer con admirable calma se engulle al hoy y su constante resurgir sin siquiera pensar en todos los mañanas que vendrán. Pasado quisiera ser para tener regusto sobre cada presente sin preocuparme del porvenir.

Que se paren los relojes

Puesto que el destino se ha emperrado en mantenernos lejos… y que esto  que nos ocurre nos ocurre allá y acá… y que todos los deseos se hacen uno mientras la pasión se multiplica… y que el cúmulo de las fantasías ya ha superado todo éxtasis…
Pues por todo esto y mucho más es que hemos decretado por unanimidad imaginarnos juntos…
Y puestos a imaginar, la cama nos ha quedado chica y el piso ha resultado cómodo. Con tu espalda pegada a mi pecho y la mía a la pared y mis manos rodeando tu cuerpo, la distancia no tiene sentido, la espera carece de objeto y el tiempo ha dejado de transcurrir…

jueves, 14 de enero de 2016

Coraje

Que hay que tener valor para despotricar o levantar la voz contra ciertas realidades que nos afectan, contra las políticas deficientes, o contra quienes mal nos quieren o nos defenestran. No. Valor se necesita para mirar hacia nuestro interior, y se precisa un buen par de cojones para percibir al detalle las miserias que nos son propias y reconocerlas como tales, y debemos juntar más valor aún para ventilarlas o sacarlas a la luz de manera de quedar libres de ellas. No cualquiera toma esa determinación.

¿Razonan?

¿En qué recóndito recoveco de la mente se encuentran las más oscuras pasiones del ser humano que pueden permanecer inertes allí durante toda la extensión de nuestras vidas? ¿Qué es lo que hace que despierten en la cabeza de algunos y logren escapárseles para hacer estragos? ¿Piensa el homicida en el preciso momento en que quita la vida? ¿Lo hace el violador mientras se adueña? ¿Qué piensa el suicida que le puede ofrecer la muerte cuando le entrega la vida? 

La simplicidad de las cosas

Camino con destino al trabajo abstraído en mis pensamientos. El mirar errático de mi mente distante se encuentra con una inocente niña parada junto a un portón enrejado que me observa y me saluda con su blanca manito levantada y una compradora sonrisa dibujada en el rostro. Casi al mismo tiempo pasa un conocido, toca bocina y me saluda cargándome con que me apure porque voy a llegar tarde. Unos metros más adelante un perro vagabundo detiene su marcha y me mira con ojos tristes y cara lastimosa a la vez que mete la cola entre sus patas quizás temiendo algún nuevo reproche humano. Cosas simples, cosas mundanas, cosas que ocurren todos los días que se pueden apreciar al tan sólo dar una ojeada a nuestro alrededor. Cada vez más a menudo me pregunto: ¿Por qué le damos tantas vueltas a algo tan simple como es vivir? ¿Por qué ponemos ese empeño casi obsesivo en jodernos la existencia con complicaciones y problemas que nosotros mismos creamos?
Sabemos que hemos construido un intrincado laberinto con salidas muy difíciles de encontrar pero, no obstante, seguimos metiéndonos de cabeza en él y transitamos a los tumbos con la ilusa creencia de que un día una puerta se abrirá ante nuestros ojos para mostrarnos el camino a la plenitud. Caso perdido: la felicidad no sabe de laberintos ni de complicaciones; está en las cosas simples, no es un secreto.

lunes, 11 de enero de 2016

En las entrañas

Los desgarradores testimonios del dolor se podrán emitir, se podrán ventilar,  se podrán compartir; pero jamás lograrán que nos liberemos de él. Sus aristas transitan por dentro como filosas dagas que punzan en silencio en lo más sensible como una maldita úlcera que nos lastima día a día, que nos hiere minuto a minuto. Puede que algún noble alimento atenúe la corrosión, que un alma caritativa junte los pedazos y los remiende, pero el dolor al final se hace nuestro, se hace esencia, y por más que lo tratemos de negar, nos acompañará por siempre como una molesta cicatriz que nos recuerda cada vez que la vemos aquello que nos la produjo, haciéndonos saber que ahí terminó el antes y ahí arrancó el después.

Caprichos

¿Cuál es el tiempo de espera de la esperanza hasta desesperar?
¿Por qué cuando tentamos a la muerte suele hacernos caso omiso?
¿Existe la posibilidad de echar lumbre a la incertidumbre para despejarla?
¿Qué es lo que logra que al permitirse algo que estaba prohibido esto pierda su atracción?
¿Es verdad que el desear en demasía termina en obsesión?
¿Por qué el porvenir siempre está en veremos?
¿Qué perversos designios manejan a las utopías y a los sueños que nunca nos permiten alcanzarlos?

miércoles, 6 de enero de 2016

Ley de atracción

Recuerdas tus deudas y un acreedor te llama por teléfono…
Escuchas hablar de piojos y te rascas la cabeza…
Aludes a visitas no deseadas y golpean a la puerta…
Piensas en chismorreos y te queman las orejas…
Soñabas con ángeles y te despierta un batir de alas…
Mencionas flores y te invaden aromas a jazmines y lavandas…
Se apodera de tu mente la imagen del amor de tu vida y… ¡Oh, caramba! ¿Será esta la tan famosa excepción a la regla?

lunes, 4 de enero de 2016

Envidia

Te envidio pícaro colibrí como, en tan raudo y sostenido vuelo, violas la privacidad de cada una de las magníficas flores que parecen estar esperándote, con los pétalos abiertos, ofreciéndote la intimidad para que te sirvas de sus dulces néctares. Envidio como, cual irresistible amante, tomas y dispones, invades y extraes, succionas y fecundas todo a tu antojo. Te envidio por hacerlo una y mil veces sin posible hastío ni remordimiento.

sábado, 2 de enero de 2016

Lo sé

Sé que te mueres de ganas por averiguar qué hay detrás de lo triste de mi mirada.
Sé que pagarías por saber qué oscuros aconteceres guardo más allá de lo parco de mi semblante.
Sé de tu obsesión por conocer el origen de mis pesares y la causa de mis silencios.
Pero también sé de tus enormes dudas a la hora de preguntar o investigar porque temes que al despejarlas se pierda todo ese halo misterioso que me rodea; que es lo que, en definitiva, tanto te atrae de mí.