Me
encanta observarte lentamente de arriba abajo para luego decirte lo bonita que
estás por más que no te guste.
Me
encanta que la sonrisa se te escabulla por entre la suavidad de los labios, que
el brillo de tus ojos desnude tus intenciones, y que se te marque esa pícara puntada
en cada mejilla.
Me
encanta que vengas hacia mí con esa mirada entre tímida y obsecuente,
mordiéndote el labio inferior, aunque con la convicción plasmada de lo que pretendes.
Me
encanta todo lo que haces y me dejas hacer.
Me
encanta besarte con dulzura la punta de la nariz, los párpados entrecerrados y
las comisuras de la boca, ya inmersos en la placidez propia del después de.