Ahí vas. Miro y admiro tu desplazar de
modelo en pasarela. Me rodea y regodea, subyugándome, el velo de la combinación
ideal entre fragancia cítrica y esencia de piel que se desprende de tu cuerpo
al andar. Huelo y cuelo tu olor rescatándolo de lo atenuador del perfume. Aspiro
y respiro la pureza de tu aroma de mujer haciéndote parte de mí. Sientes y
presientes la sutileza de mi presencia y sonríes haciéndome saber que lo sabes.
Observo y conservo lo radiante de tu mirada viéndome a través de tus ojos. Vago
y divago por tu mente en la impúdica pretensión de instalarme allí para
siempre. Percibo y avivo tus sensaciones con el fin de que alimentes las mías.
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