miércoles, 12 de agosto de 2015

Relatividad

Es la hora del crepúsculo matinal aunque al sol parece no haberle sonado el despertador y arrancará tarde su jornada. Llueve pausadamente. El agua se desliza en suaves cascadas por los cristales laterales del ómnibus; empañándolos y haciendo que se difuminen las imágenes exteriores dibujando figuras grotescas. Las luces de la autopista transitan raudas a nuestro lado en la ilusión de que flotamos en un mismo lugar. Otras más lejanas permanecen estáticas ante nuestro desplazar desintegrando en mil pedazos tal ilusión, y traen a mi recuerdo teorías de Galileo y Einstein acerca de la relatividad. Si no fuera por un par de cotorras humanas situadas a mi espalda que relatan a viva voz tristes aconteceres de sus aburridas vidas, me habría dormitado bajo el embriagante influjo de tu excelso perfume en perfecta combinación con lo eximio de tu cuerpo, extraña morocha de ojos claros.

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