Desde que recuerdo me
gustó observar sin ser observado. Tal vez en un principio haya sido producto de
un miedo o una falta de actitud o cobardía ante los demás por el errático creer
ser inferior a ellos. Pero luego pasó a ser una costumbre o un proceder
estudiado puesto que ya había aprendido que de esa forma podía obtener más
rédito, ganar experiencia o adquirir enseñanza en ese juego de escuchar o de
ver sin participar o ser visto. Quizás lo que empezó como un inocente escabullirse
para pasar inadvertido luego se transformó en una actitud netamente egoísta con
el fin de sacar partido de las situaciones. Así, en los colectivos siempre
viajaba en los últimos asientos, en los cines me ubicaba detrás de todos, en
las pocas reuniones a las que concurría me podían encontrar en un lugar entre
sombras con una pared a mi espalda. Creo que mis textos traducen parte de esa
modalidad. Suelo mostrar los escenarios al detalle, narro lo indispensable para
no desnudar mis intenciones, pero a la vez doy a entender demasiado a sabiendas de que nunca
aclararé cuánto es verdad y cuánto invención.
No hay comentarios:
Publicar un comentario