viernes, 14 de agosto de 2015

La esencia del Marqués

Si el castigo impuesto por exagerar deliberadamente en la admiración de tanta divinidad femenina fuera la ceguera.
Si se me condenara a la pena de la senilidad porque dieran por juzgado que ya he visto todo lo factible de ser visto, incluyendo el voyeurismo realizado a través de la cerradura de una infinidad de ocultas intimidades.
Si la condena por palpar, acariciar y satisfacer una y mil veces la belleza impúdica sin posibilidad alguna de hastío fuera que se me cortaran las manos.
Si toda vez que disfrute de los placeres para la mayoría vedados se me nominara a la crucifixión y eso me acercara a pasos acelerados a las mismísimas puertas del infierno
Pues, queridos mortales, nada de eso me preocuparía en absoluto. Por más que se esmeren en silenciarme empleando cientos de diversas estratagemas, tendré siempre la certeza de que no existe algo más acá que la muerte que logre hacerme desistir de llevar a cabo mis particularidades. Jamás podrán censurar mi imaginación.

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