lunes, 3 de agosto de 2015

Intoxicados

En el inevitable juego de la vida absolutamente todo es un tome y traiga, un ir y venir, o un dar para recibir. Idealistas, o hipócritas disfrazados como tal, por favor mantenerse al margen o abstenerse de opinar. Cuando damos u ofrecemos algo siempre esperamos una retribución, así sea tan solo un beso, una caricia, un abrazo, una simple mirada de agradecimiento o una frase movilizadora. Es fácil decir o hacernos creer que existe una persona “tóxica” a nuestro lado por el hecho de que nos exige algo a cambio de lo que nos brinda y por ende está corrompiendo nuestro libre albedrío, nuestra voluntad de hacer lo que queramos. Y hasta nos convencen de que debemos ladear a esa persona para poder continuar con una vida normal basada en hacer lo que se nos antoje sin ningún tipo de imposiciones. Lo más probable es que nos volvamos a relacionar con una persona muy similar a la que desestimamos. ¿Saben por qué? Pues porque todos somos culpables y todos somos inocentes en el juego de las relaciones y siempre tenderemos a atraer al mismo tipo de personas debido a que nos hemos formado un ideal subconsciente que nos hace imán de símiles. Y si se da que no logramos congeniar con nadie habrá que pensar que tal vez los tóxicos no son los demás.

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