En
el inevitable juego de la vida absolutamente todo es un tome y traiga, un ir y
venir, o un dar para recibir. Idealistas, o hipócritas disfrazados como tal,
por favor mantenerse al margen o abstenerse de opinar. Cuando damos u ofrecemos
algo siempre esperamos una retribución, así sea tan solo un beso, una caricia,
un abrazo, una simple mirada de agradecimiento o una frase movilizadora. Es
fácil decir o hacernos creer que existe una persona “tóxica” a nuestro lado por
el hecho de que nos exige algo a cambio de lo que nos brinda y por ende está
corrompiendo nuestro libre albedrío, nuestra voluntad de hacer lo que queramos.
Y hasta nos convencen de que debemos ladear a esa persona para poder continuar
con una vida normal basada en hacer lo que se nos antoje sin ningún tipo de
imposiciones. Lo más probable es que nos volvamos a relacionar con una persona
muy similar a la que desestimamos. ¿Saben por qué? Pues porque todos somos
culpables y todos somos inocentes en el juego de las relaciones y siempre
tenderemos a atraer al mismo tipo de personas debido a que nos hemos formado un
ideal subconsciente que nos hace imán de símiles. Y si se da que no logramos
congeniar con nadie habrá que pensar que tal vez los tóxicos no son los demás.
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