Este es mi borrador virtual. Todos los textos son de mi exclusiva autoría. No siguen ninguna línea específica ni hilo conductor, ni siquiera una cronología. Publico compulsivamente cuando tengo ganas, y cuando no las tengo me pregunto por qué pierdo el tiempo en hacerlo. Soy así. Las imágenes fueron tomadas de Internet.
sábado, 25 de julio de 2015
Somos combustibles
Secreto de mujer
Lenta agonía
viernes, 17 de julio de 2015
Disfraz
¿A quién engaño?
Cuando
tiro la piedra y escondo la mano. Cuando pretendo dar a entender que no sé nada
cuando lo sé todo. Cuando miento descaradamente porque sé que si digo la verdad
puedo hacer un daño irreparable.
Muchas
veces resulta más conveniente ocultar que mostrar, es preferible hacer silencio
antes que murmurar; y otras en las que suele ser más seductor o atractivo dar a
entender que describir con lujo de detalles.
¿Ocultar,
insinuar, mostrar, contar, detallar? Son todas alternativas válidas a la hora
de presentar nuestras cartas ante las contingencias de la vida. Solo debemos
saber determinar cuándo y cómo debemos usar cada una de ellas, porque si no las
utilizamos en su tiempo y medida justa puede que resultemos engañados e incluso
hasta podemos caer en nuestra propia trampa. Este es el gran secreto con que
cuentan los buenos prestidigitadores que saben desenvolverse adecuadamente ante
los juegos de la vida.
Nada me sorprende
Lo más triste de estos
tiempos que nos toca vivir es que ya casi no tenemos capacidad de sorpresa. Me siento vacío, dijo un personaje
famoso hace un tiempo, cuando tenía (y tiene) todo servido en bandeja de
plata. No sé qué hacer, escucho decir a menudo a los chicos cuando existe
una diversidad de entretenimientos a disposición jamás antes vista. Hasta los perros se aburren los domingos a
la tarde, suelen murmurar los mayores cuando sobran lugares para ir a
dispersar la mente ya sea en compañía o en soledad.
No creo que fuera por
falta de incentivo, carencia de voluntad o ganas de hacer que no encontramos
actividades que nos satisfagan plenamente. Más bien creo que estamos preparados
para ser sorprendidos y por ende nos están faltando esos golpes de adrenalina,
esas fuerzas movilizadoras, o ciertos incentivos extras que despierten nuestros
sentidos y los disparen al máximo de su potencial.
Estamos transitando a un
ritmo estabilizado y, como todo lo lineal, eso hace que le vayamos perdiendo poco
a poco el sentido a la diversión, entonces cualquier cosa que hagamos nos
termina dando lo mismo.
domingo, 5 de julio de 2015
Tener a alguien
Tener a alguien para
quien representes el mundo o la vida misma.
Tener a alguien que te
espere, que te mime y que te cuide.
Tener a alguien que te haga
sentir vivo, que te haga ver lo superfluo de todo lo demás y que te haga saber
que no importa otra cosa más que tu bienestar porque tu bienestar es todo lo
que le interesa a esa persona que tienes. Y si tú eres feliz entonces ella lo
será. ¡Bienaventurados los que tienen a ese alguien! Y más afortunados aún
aquellos que saben reconocer a ese alguien y lo valoran como tal.
Prefiero
Prefiero llenarme el alma con la mirada melancólica
de tus ojos pardos, al triste llanto por el lamento del desengaño.
Prefiero quedarme con el recuerdo de los pequeños gratos
momentos vividos, a la ilusión rota de una vida en común que pudo ser y no fue.
Prefiero recordar la halagadora suavidad de tu piel,
las prometedoras sinuosidades de tu cuerpo y mis extravíos en tus recovecos, a la
fallida adquisición de la magnificencia intangible de tu alma.
Prefiero seguir embriagado por el dulce néctar de
tus labios, a la indirecta percepción de lo platónico de tu amor.
Prefiero pensar en la
sospecha de tu presencia, antes que en la certeza de ausencia.
¿Quién diría?
¿Quién diría? Que tras esa
estampa de mujer fatal existiría fragilidad.
¿Quién diría? Que tras
esa soberbia fachada se ocultaría una infinidad de inseguridades y temores.
¿Quién diría? Que tras ese
preciado telón esconderías sentimientos caros y puros jamás entrenados en obra
alguna.
¿Quién diría? Que un día,
desde tanta distancia y casi sin sabernos, te fueras a enamorar perdidamente de
un loco sin redención alguna como yo.
Nostalgia
La
tarde reposa calma en su cercanía al crepúsculo. Un lejano y adormecido
arcoíris todavía ofrece tesoros vírgenes a algún iluso creyente. Oscuros
nubarrones han pasado durante el día dejando lluvias abundantes, prometiendo
volver en un rato con su carga renovada. Los grises se confunden con los negros
al arrimarse lo inevitable de la noche. La tardecita invita al sosiego, a la
modorra, a profundizar en la tarea de hacer nada. Si tuviera la suerte de
compartir el momento con alguien que comprendiera mis silencios e intuyera mis
necesidades tras una simple mirada, sin duda sería una noche ideal la que se
aproxima. Hundo mi cabeza en el respaldo
del sillón e intento dormirme sumergido en mis quehaceres vacuos, aunque sin dejar
de pensar en todo, porque mi mente no sabe de días lluviosos, ni de tardecitas
nostálgicas, o de noches prometedoras: solo tiene conocimiento acerca del
hilvanado de pensamientos raros enraizados y enredos volátiles incoherentes; que
la mayoría de las veces terminan alejándome del puerto de las corrientes
positivas. Es lo que tengo. Es lo que soy.
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