lunes, 1 de mayo de 2023

Volver a creer

Ella, dentro del marco de confianza que le generaba mi amistad, me había asegurado que nunca más volvería a caer en las redes del querer. Es que habían sido tantas las veces en que se había brindado por completo y tantas otras las que la habían decepcionado que su decisión hasta lógica me resultó, y por tanto la había tomado como una verdad a rajatabla.

Solíamos encontrarnos cada tanto, a veces por intención, a veces por azar, con esa finalidad que solo tienen los buenos amigos, la de querer saber si el otro está bien. Aunque esta vez, fue ella quién me citó.

La noté un tanto rara, ansiosa, como si algo la mantuviera en un estado de tensión que no era normal, ya que la fluidez siempre había circulado a sus anchas entre nosotros. Después de varios titubeos, en los que seguramente sopesó las consecuencias acerca de lo que iba a decir, al fin se decidió y tomándome de las manos y mirándome a los ojos, me dijo:

—He decidido volver a creer en el amor.

Debo confesar que me sorprendió. Sobre todo la manera de decirlo. No obstante, mi reacción fue de verdadera alegría.

—¡Qué bueno, amiga! ¡Me alegra mucho! Y…¿Puedo saber quién es el afortunado?

—¡Vos, boludo!

Y ese fue el más maravilloso insulto que he recibido en toda mi vida.

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