Cómo no extrañarte,
si tu voz espantó
mis miedos.
Cómo no extrañarte,
si tu calor
derritió mis hielos.
Cómo no extrañarte,
si en tus brazos
hallé la calma.
Cómo no extrañarte,
si tus manos fueron
caricias.
Cómo no extrañarte,
si tu susurro fue
confesión.
Cómo no extrañarte,
si en tus besos
conocí la gloria.
Cómo no extrañarte,
si tu ofrenda calmó
mi hambre.
Cómo no extrañarte,
si tu éxtasis sació
mi sed.
Cómo no extrañarte,
si fuimos cóncavo y
convexo
en perfecta
conjunción.
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